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Yoongi miraba el techo de su dormitorio. Desnudo, si no fuera por su pantalón sin terminar de abrochar. La planta de sus pies tocaban el grisáceo piso alfombrado y sus brazos descansaban a cada lado de su cuerpo. Antes de suspirar se pasó las manos por el cabello.

El aroma de Jimin era como magia en el aire, le llenaba el cuerpo de calor. Seguía sintiendo chispas de energía que no sabía que tenía y cierta alegría que muy probablemente tenía que ver con el mejor orgasmo que había tenido en años. De pronto se sentía como el sujeto más amable del mundo. El más feliz, el único en la punta del everest, el que había encontrado su epifanía personal y la iluminación al mismo tiempo. 

Así de bueno había sido.

Sabiendo que se arrepentía si no echaba al menos un último vistazo, Yoongi se irguió, sentándose a la orilla de la cama y viendo con una media sonrisa al lindo omega vistiéndose frente a él. Jimin le miró también. Serio por un momento, hasta que sonrió. Con esa misma coquetería que llevaba haciendo estragos en él desde hacía semanas. 

—Cómo voy a extrañarte —confesó el alfa, maltratándose el labio inferior entre sus colmillos. 

Su lobo confirmó la confesión con un gruñido de descontento. 

Yoongi sólo quería tomarlo y devolverlo a la cama. 

Jimin dio un último saltito para acomodarse el pantalón. Mientras se terminaba de arreglar le miró con delicadeza, sus pestañas largas haciendo de cortinas a los ojitos que brillaron azules por un momento. 

—Si algún día quieres repetirlo puedes llamarme. 

Silencio.

Yoongi alzó una ceja. 

—Espera, ¿en serio? 

—Cumpliste las reglas... y tus promesas. Eres el único que realmente lo ha hecho —Sonrió con delicadeza—. Estaría encantado de repetirlo. 

El alfa se puso de pie, acercándose al omega. —Mañana —sugirió, ronco. 

Jimin se dejó sostener en las manos que se alzaron posesivas por su cintura. Él, en cambio, apoyó el dedo en medio de su pecho. 

—No seas tan impaciente —murmuró, inclinando la cabeza hacia atrás—. Es bueno esperar por algunas cosas. 

Sus narices rozaron.

—Soy de los que consumen hasta que se aburren. 

—Y yo de los que le gusta disfrutar las cosas con tiempo —Jimin abultó los labios, mirando los de Yoongi con una fingida tristeza antes de devolverlos a sus ojos marrones—. Además, no quiero que te aburras de mí todavía. 

Jimin separó los labios cuando sintió una repentina presión en sus caderas, sin alcanzar a decir nada antes de que Yoongi capturara otra vez sus labios. 

Jimin correspondió por instinto, su naturaleza aún sumisa obedeciendo a las feromonas atrapadas en el dormitorio. Y obedeciendo a la enorme satisfacción de besarle también, pero aquello no lo iba a admitir ni pronto ni nunca. Mejor echarle la culpa a sus instintos que pensar en profundidad lo que podría significar. 

Jimin sólo quería ser tomado y devolverse a la cama. 

Dejó escapar un pequeño sonido de gusto entre sus bocas, una última señal de interés por más contacto antes de inclinar el rostro y separar sus labios. Aquello pareció ser lo único que había servido para que Yoongi dejara su boca.

Jimin soltó una risita, abriendo los ojos. —Dijiste que tu única regla era no dar besos sin sexo —suspiró. 

Yoongi asintió. —Me gusta que aprendas rápido. 

Con su cuello más accesible en esa posición, Yoongi no perdió la oportunidad de inclinarse a sus clavículas. Jimin volvió a reírse. 

—Debo irme —murmuró el omega. 

Las manos de Yoongi bajaron hasta sus glúteos. 

—Acabamos de hacerlo —se burló Jimin, ronroneando bajo los besos húmedos en su cuello. 

—Tengo energía para otra ronda.

Jimin apoyó las manos en sus hombros y se alejó de su agarre, feliz de escuchar un gruñido y ver el descontento en el rostro del alfa. 

—Me están esperando —insistió, girándose y saliendo al fin del dormitorio. Yoongi le siguió. Le escuchó soltar un sonido afirmativo poco emocionado. Cuando se giró a mirarle, ya en la entrada, esperó a que terminara de acercarse—. Esperaré que llames. 

Yoongi arqueó una ceja. —¿Porque tú no lo vas a hacer?

—Exacto. 

—Pues quizá no te llame, y seas tú quien termine buscándome esta vez. 

Jimin sonrió, negando con la cabeza.

—No lo creo. 

—Tengo control, angelito. 

Jimin abrió la puerta, saliendo del departamento y girándose otra vez al alfa. Esta vez le miró con las cejas arqueadas, parpadeando inocente. 

—Como digas —le dijo.

Yoongi, con las cejas fruncidas, de repente gruñó. —Eres tan sexy.

Jimin dejó escapar una sonrisa y se acercó a dejar un último beso sobre sus labios. Luego partió, a sabiendas que la mirada de Yoongi le acompañaría hasta que  por obligación le perdiera de vista. Hasta entonces, Jimin debía mantener la compostura, y no mirar hacia atrás. 

Mila~

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Mila~

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