CAPITULO 2

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Yuuri consideró sus opciones para hacer ese día, aún tenía que permanecer un día más en el hospital a pesar de que su celo había acabado durante la noche, pero como cada vez que sucedía, su cuerpo era incapaz de reaccionar como el de cualquier otr...

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Yuuri consideró sus opciones para hacer ese día, aún tenía que permanecer un día más en el hospital a pesar de que su celo había acabado durante la noche, pero como cada vez que sucedía, su cuerpo era incapaz de reaccionar como el de cualquier otro omega en el mundo, ya que su enfermedad actuaba de manera más agresiva durante esos días, acabando con sus defensas y dejándolo en un estado deplorable.

Un gran suspiro sale de sus labios, con la mirada fija tras su ventana hace lo único que puede en ese sitio, recordar lo miserable de su situación.

Yuuri reflexionaba que hacer para pasar otro aburrido día más en el pabellón infantil, cuanto más pasaba el tiempo,  se le hacía imposible estar ahí pero sabía que su situación no se resolvería de la noche a la mañana, sus opciones no eran muchas ya que al tener 17 años y ser un omega,  mitad japonés y mitad ruso, aunque no lo pareciera,  se veía como cualquier japonés promedio y pese a haber vivido toda su vida en Rusia no toleraba el frio, siempre pensó como hubiera sido su vida si estuviera en Japón con sus padres, pero eso era simplemente un sueño.  Al nacer su madre murió durante el parto, y su padre volvió a casarse con una fabulosa omega que lo quería y trataba como a su hijo pese a no ser de su sangre, ella siempre lo educó con los valores japonés, y le inculcó su amor hacia al ballet,  justo cuando comenzaba a destacar  su mundo se fue al vacío, le diagnosticaron con leucemia, una anemia mal cuida tras su primer celo, se volvió leucemia y  al ser mestizo las probabilidades de encontrar un donador siempre fueron muy bajas, ninguno de sus padres pudo ser donador al igual que sus hermanos, por lo que pasó grandes periodos de tiempo viviendo en el hospital, he de ahí su prolongada y aburrida vida en el pabellón infantil.

Para Yuuri, ese día, fue diferente ya que ha habido mucha agitación en el pabellón, un nuevo paciente fue ingresado por medio de emergencias, de acuerdo al chismorreo de las enfermeras, era un patinador, no había escuchado su nombre sólo que llegó desde urgencias a quirófano, Yuuri moría de ganas por saber quién era él.

Esperó la llegada de su hermano Yura, para que le contara todo lo que pasaba a sabiendas de que él al ser también patinador, estaba seguro que le contaría todos los pormenores en la tarde cuando viniera a visitarle, junto a sus padres. Dadas las tres de la tarde una estruendosa patada a la puerta lo hizo saltar hasta el techo, anunciando la llegada de su hermano.

-Yura, que te he dicho de tus modales, esa no es la manera de entrar a un hospital- dijo su mamá.

-Yuracha, escucha a tu madre y no pates las puertas a tu paso- su padre tratando de contener un grito de reclamo a su hermano

-Ya, ya, lo siento (el sarcasmo se escucha a kilómetros), cerdo traigo las noticias de último momento, al parecer, Viktor tuvo un accidente durante la práctica,  y lo trajeron de emergencia al hospital.

-Hola Yuuri como te sientes hoy- su madre siempre con su estoico carácter, pero con su mirada llena de amor se dirigió a él y besó su frente

-Hola, mamá, hola papá, me siento bien, un poco aburrido, pero ya estoy mejor.

Betterswett MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora