Capitulo 32

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Viktor amaba cada día que tenía la fortuna de estar al lado de Yuuri, desde hace mucho tiempo él sabía que su amor ya no era solo era la decisión del destino, o la adecuación biológica de sus cuerpos, él se había enamorado de sus tímidas sonrisas,...

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Viktor amaba cada día que tenía la fortuna de estar al lado de Yuuri, desde hace mucho tiempo él sabía que su amor ya no era solo era la decisión del destino, o la adecuación biológica de sus cuerpos, él se había enamorado de sus tímidas sonrisas, sus pasionales besos, el suave vaivén de su cuerpo al moverse con la música, cada pequeño detalle lograba cautivarlo incluso sus defectos que en lugar de restarle atractivo lo hacía más, ya que lo hacía real para él, no un simple estereotipo de lo que debería ser un omega, así como él no lo era de un alfa.

Por fin comenzaría los festivales de las noches blancas, simplemente quería que este fuera un día inolvidable para Yuuri, el sabia cuanto se había esforzado durante el tiempo que lo acompaño a los ensayos, no mentiría, hervía de celos cuando el alfa pelirrojo, lo tocaba, aun que estaba agradecido por lo que ha hecho por él, pero las inseguridades aun lo atacaba, al saber todo lo que tuvo que pasar mientras se encontraba alejado de él.

Quería que este día fuese perfecto, preparo con esmero su apariencia, compro un ramo de rosas azules para su amado arreglo su cartera para tener lo necesario, llevaría un abrigo extra para Yuuri, ya que sabía que era muy friolento y llevaría una sorpresa especial para él, desde el principio de su relación Yuuri le había platicado que su comida favorita era el Katsudon, por lo que hizo todo lo posible por aprenderlo a preparar, tuvo que buscar por todos lados la mayoría de los ingredientes, ya que para que quedara la receta más auténtica tuvo que buscar donde los importaran cosa que no fue sencilla en Rusia, luego pese a que la receta se veía sencilla, resulto un verdadero desastre la primera vez que lo intento, después de muchos intentos por fin logro que quedar como él había querido, luego comenzó a experimentar con él para ver cómo será la mejor manera para llevarlo el día de la presentación, no podía llevarle un tazón gigante, ya que no podría ir en su auto por la gran cantidad de personas que asistirían por lo que tuvo que ahorrar durante un tiempo para tener dinero suficiente para un taxi y comprarle un bello presente para su cumpleaños, por lo que opto por crear una manera más práctica para llevarlo hizo pirozkin de Katsudon, eran prácticos, se mantenían calientes, se vistió lo más atractivo posible y fue a ver al amor de su vida a verlo hacer lo que más amaba.

Llevaba más cosas de las que era posible cargar, el tráfico era una locura, quería ser de los primeros en llegar, pero nada estaba a su favor faltaban unas calles por lo que tomo todo, y camino deprisa, las primeras notas sonaron cuando el llego al escenario un hermoso Yuuri salía al escenario, como un bello fuego fatuo, iluminando el escenario encandilando a cual mortal posara sus ojos sobre él sus delicados movimientos, Viktor no podía despegar la vista de quería grabar en su retina lo hermoso e inalcanzable que era, en ese segundo supo que sin importar lo que pasara el siempre viviría en su corazón como nadie jamás lo lograría hacer, rezaría a cada deidad existente para que no fuera alejado de su lado.

Al final de la presentación la sonrisa que le dio al público, competía con la majestuosidad del espectáculo de la naturaleza, se encantó con su familia que se veían muy orgullosa, el abrazos de sus padres le estrujo el corazón le recordó su primer exhibición junior con sus madres a su lado, la nostalgia y felicidad se mezclaban en su ser, Yuuri por fin era para él su familia tenía que partir a Francia para las eliminatorios del hermano de Yuuri, ambos caminaban de la mano por los diferentes escenarios del festival, Yuuri se veía radiante, el bueno no se sentía de la misma manera, estaba desarreglado, había olvidado las flores en el taxi, el hermano de su novio se había robado los pirozkins, todos sus planes fueron un fracaso, por suerte le quedaron algunos no eran los que habían quedado mejor, pero la cara de felicidad, valió cada quemada de aceite que cedió, se sentía el hombre más afortunado al caminar con su omega por la orilla del rio Neva, buscando la mejor ubicación para el Scarlet Sail, era una hermosa exhibición de navíos que culminaba con un espectáculo de fuegos artificiales, mientas esperaban la culminación del festival los brazos de Viktor rodeaban el pequeño cuerpo de Yuuri, perfecto para encajar cual pieza de rompecabezas, su leve aroma lo hacía estar en paz, su calor era reconfortante, su labios eran la combinación perfecta entre amor y pasión todo era en esos segundos perfección, la magia de sus ojos al ver las luces en el cielo, caminaron al terminar el festival a casa del alfa, su madre estaba en Canadá con sus pupilos, podría estar juntos, quizás no de la manera que su cuerpo exigía cada vez con más fuerza pero él amaba y aceptaba cada pequeño trozo que pudiera tener de tiempo junto a él.

Un alegre caniche les dio la bienvenida mientras jugaba con el caniche Viktor le preparaba algo caliente, en retrospectiva caminar no había sido una buena idea, por suerte la calefacción estaba encendida y la casa no estaba fría, le llevo las bebidas y encontró un hermoso omega dormido en el sillón abrazando un caniche como si fuera su bebe, dejo las tazas y admiro al hermoso hombre dormido poso sus labios sobre su frente y lo cargo sin despertarlo, él se pegó más buscando calor y su aroma, eso lo hizo sonreír, lo deposito suavemente en su cama, fuer por una pijama para ponerle, lentamente lo desvistió y le puso una sudadera que le quedaba adorable, le puso el pantalón pero le quedaba muy grande lo acomodo bajo las cobijas y se fue a poner la pijama, cuando llego encontró al omega aferrado a su almohada con la sudadera levantada y se acomodó a su lado y lo abrazo su pequeña cintura, él se aferró a su camisa y sonrió, su mano subía y bajaba por su cálida espalda, hasta ser arrastrado al sueño donde se encontraban en una cabaña con un niño pequeño y varios caniches.

Sus ojos se abrían lentamente y lo primero que vio le provocó una gran dicha en su corazón un pelinegro de hermosos ojos rojizos le sonreía mientras delineaba su pecho con los dedos, no se había percatado de que había despertado, no podía dejar de observarlo mientras él se perdía en sus pensamientos, cuando sus ojos se encontraron había amor en ambos se abrazaron y se daban dulces besos, mientras recorrían sus febriles pieles. Hasta que su estómago hizo un ruido raro, haciéndolos reír. 

 

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