CAPITULO 4

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Yuuri se sentía molido a palos, como era posible que entrara en celo nuevamente, recordaba brevemente  que lo sedaron y lo obligaron a estar en el cuarto aislado otros dos días, sin permitirle tener visitas, el único consuelo era un libro que traí...

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Yuuri se sentía molido a palos, como era posible que entrara en celo nuevamente, recordaba brevemente que lo sedaron y lo obligaron a estar en el cuarto aislado otros dos días, sin permitirle tener visitas, el único consuelo era un libro que traía consigo, pero se le hacía imposible concentrarse  y sintió como alguien lo llamaba insistentemente, debía intentar dormir ya que cuando despertara podría volver a casa.

La luz de la luna y las estrellas brillaban entre la obscura noche, el suave oleaje traía consigo el dulce aroma junto al vaivén del océano, sus pies se enterraban en la aspea arena mientras su vista se perdía en la inmensidad del horizonte, el profundo azul verdoso del mar resplandecía pese a la poca luz que había, no existía el tiempo, ni dolor solo la perfecta paz.

Poco a poco la bruma del sueño lo iba dejando he iba tratando de despertar cuando una profunda mirada con la cual siempre ha soñado lo observaba profundamente, todo el aire escapó de sus pulmones y toda la sangre se iba localizando en sus mejillas y oídos, cuando sus pulmones le exigieron aire, él suave aroma a brisa del mar le proporcionó la tranquilidad que tanto anhelaba, su miraba intensa parecía querer inspeccionar hasta su alma, por lo que a Yuuri solo se le ocurrió hacer lo único maduro que podía, se enterró en las sabanas y esperar a que se fuera.

Yuuri se quedó enterrado hasta que el sonido y la voz de la enfermera lo trajo a la realidad, fue cuando decidió salir primero verificando que la intensa mirada azul no se encontraba sobre él, cuando efectivamente no estaba, decidió devorar lo que la enfermera le había llevado, la ansiedad y la comida son sus más grandes amigas, no podía sacarse de la cabeza, la penetrante mirada azul verdosa, el largo y sedoso cabello platinado, aquel que siempre había fantaseado tocar con sus dedos, la barbilla afilada y los altos y gruesos pómulos que soñaba con recorrer con sus dedos hasta esa hermosa boca siempre sonriente. Tan perdido estaba en sus pensamientos que el tiempo se le escurrió cual granos de arena en las manos, hasta que la voz de su padre lo trajo de vuelta.

-Ya estás listo para irnos hijo

-Sí

-Pero creo que necesitare ayuda para llevarme todo esto

No se había dado cuenta que su cuarto estaba lleno de peluches de cerditos de todas los tamaños, lo cual lo hizo reír, pero su padre no se veía muy contento al respecto de ello por lo que cuando se cambió con la ropa, decidió regalar los peluches a los niños de las habitaciones aledañas, le alegraba irse a casa pero le dolía el ver a los niños que aún permanecía en el hospital, por lo menos le sonreían cuando les regalaba los peluches, muchos de ellos eran tan dulces con él, siempre trataba de ayudarlos o visitarlos a los que tenían una estancia muy prolongada, por lo que las enfermeras bromeaban que tenía un club de admiradores en todo el pabellón infantil, esto le causaba un gran bochorno. Cuando solo le quedaban los peluches que le había dado Yura y Phichit, que pensaba conservar atravesó el pasillo y se reencontró en una de las habitaciones aisladas que estaba desocupada el fuerte aroma de mar con el que había soñado, lo hizo adentrarse al cuarto y quedándose en el marco respirando tan dulce aroma, hasta que su padre lo llamó, pero antes de retirarse, el impulso de dejarle el peluche en la cama fue más fuerte que el llamado de su padre, que no pensaba desobedecer y se alejó poco a poco de la habitación sintiendo a su lobo llorar por alejarse del aroma que le traía confort para salir al frío día.

FELIZ VIERNES

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FELIZ VIERNES

Disfruten

!Sayonara¡

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