CAPITULO 15

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La gran cita para ambos fué un detonante para la pasión de ambos, no estaban conformes por el toque superficial, Yuuri quería hablar seriamente con él, no ayudaba que las finales comenzaran y el no estuviera participando su confianza agonizaba, y ...

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La gran cita para ambos fué un detonante para la pasión de ambos, no estaban conformes por el toque superficial, Yuuri quería hablar seriamente con él, no ayudaba que las finales comenzaran y el no estuviera participando su confianza agonizaba, y la palabras de Yuuri no ayudaba, lo tenía nervioso, creía que había sobrepasado su confianza y terminaría con él, ir ese día, ir a su casa se sentía como el pasillo de los condenados, toco el timbre y un Yuuri sonrojado lo esperaba, un hambriento beso le dio la bienvenida a la casa.

Fueron a la habitación del pelinegro, ya había estado antes ahí, pero por alguna razón se encontraba más nervioso de lo usual, sentía que estaba en un punto que podría abrirle miles de posibilidades, buenas o malas no lo sabía, toco su mejilla bajo por su cuello blanco y cálido, sus labios se posaban sobre su terso cuello, buscando con su lengua hasta llegar a su glándula de olor, cuando su lengua paso sobre esta, el gemido que provoco fue más de lo que pudo reprimir logrando que el enrojeciera y se alejara de él.


La vida de Yuuri había cambiado en el último año de tantas maneras, unas buenas otras malas,  le diagnosticaron su enfermedad, él se había rendido, al escuchar al doctor hablar con sus padres de su enfermedad era sencilla de curar, el problema era...

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La vida de Yuuri había cambiado en el último año de tantas maneras, unas buenas otras malas, le diagnosticaron su enfermedad, él se había rendido, al escuchar al doctor hablar con sus padres de su enfermedad era sencilla de curar, el problema era que al ser mestizo su posibilidades de encontrar un trasplante de médula eran mínimas, condenándole a un destino fijo, Yuuri se había resignado a su destino, siempre sonriendo tratando de hacer feliz a las personas y olvidar su futuro, sus sueños de bailar en el Bolshoi como su madre, lograr ser extraordinario como Víctor en el hielo, murieron poco a poco.

Cuando el destino lo unió a Víctor le aterro el permitir que lo conociera, eso significaría que si el moría otra persona podría sufrir su destino, la marca de los destinatarios era poderosa, podía acerté tan feliz como llevarte a la infelicidad, pero el conocerlo fue lo mejor de su vida experimento muchas cosas que se había permitido olvidar, ya que encontrar a tu destinatario era básicamente un milagro, el encontró su milagro, y cada día con el daba fe de ello.

Desde que hace unos días Yuuri había recibido otra inesperada sorpresa de en su vida había sido aceptado en el curso de verano de Bolshoi, era otro pequeño milagro que lo ayudaba a retomar lo que había olvidado pero su cuerpo lentamente se deterioraba el dolor se volvía una constante en su vida no se lo decía a nadie solo disfrutaba de cada instante, no sabía cómo decirle a Víctor que no estaría por los próximos tres meses, que se iría a Moscú, no quería desperdiciar cada milagro que pasaba a su lado, pero esto era lo más cercano a lo que algún día podría experimentar.

No dejaba de darle vueltas a su cita en el parque, su celo se adelantó gracias a ello, el cual fue aún más brutal para su cuerpo que lo acostumbrado, su lobo reclamaba a su Alfa, cada vez que remontaba su paseo en la rueda de la fortuna su cuerpo ardía en deseo, su mente divagaba en el recuerdo cuando el sonido del timbre lo trajo a la realidad, su cuerpo ardían los residuos de su celo, aun lo tenían débil, su aroma provoco querer besarle con desesperación cada vez más palpable, un beso no era suficiente tenía que tocarlo y que lo tocar a su vez. Lo llevo a su cuarto ya habían estado antes ahí, pero esta vez era la primera que estaban solo.

Las caricias de Víctor eran como un bálsamo para el dolor de su cuerpo, sus labios lo transportaban a un mundo de deseo, su lengua era un pecado en su cuello, el lengüetazo sobre su cuello provoco un gemido por demás bochornoso, inmediatamente se alejó de él. La vergüenza se extendía por toda su cara.


Buenas tardes aquí Karlova

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Buenas tardes aquí Karlova

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