-DONDE COMEN TRES, COMEN CUATRO-

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—Niños, ¿no saben lo grave que es esto? Juntarse con sus primos a escondidas para leer el libro de las sombras es muy peligroso, no solamente porque aún no controlan por completo su magia, sino porque los Protectores de la realidad los pueden rast...

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—Niños, ¿no saben lo grave que es esto? Juntarse con sus primos a escondidas para leer el libro de las sombras es muy peligroso, no solamente porque aún no controlan por completo su magia, sino porque los Protectores de la realidad los pueden rastrear, ¿no se dan cuenta? Ellos quieren acabar con los futuros hechiceros, ¡ustedes lo son!

—Ya no nos regañes más papi...— le pidió Victoria con los ojos húmedos y de nuevo mordiendo sus uñas, Emerick no quería herirla, pero alguien tenía que evitar futuros problemas.

—Yo tuve la culpa papá, Victoria solo me siguió. —La intentó defender Christopher pero Emerick los conocía bastante bien como para aceptar aquello.

—Basta... aquí nadie tiene la culpa de nada, sé que ustedes lo hacen para apoyarnos, sé que ven a la familia en problemas y quieren aportar algo de ayuda, pero... —Algo incómodo por los sillones se puso de pie y se sentó en el suelo. — vengan, los quiero frente a mí. —Ambos se sentaron frente a Emerick quien pensaba las palabras adecuadas para que ellos le entendieran.

—Perdóname papi...— intentó decirle Victoria a punto de llanto pero Emerick la detuvo tomándola de la mano y a Chris del hombro.

—Victoria... escúchame, bueno... escúchenme, ustedes dos son lo único que tengo, tal vez tenga a sus tíos, pero al final del día regresamos aquí y solo somos nosotros tres, los tres mosqueteros ¿recuerdan? ¿Portos, Atos y Aramís? ¿Qué pasaría si uno de nosotros faltara en esta pequeña familia? ¿Si tu Vicky faltaras, o tu hermano? ¿O hasta yo? — les preguntó mientras sobaba con cariño la espalda de Victoria, y sin que se dieran cuanta Orión bajaba las escaleras despacio y los oía con atención, no quería interrumpirlos, tal vez si caminaba más lento podría llegar a su casa sin que se dieran cuenta.

—Todo sería diferente... triste. — respondió Victoria a la pregunta de su padre y Christopher asintió de acuerdo.

—Exacto, quiero que me miren, yo solo vivo para ustedes, no tengo amigos, no importa si muero con tal de que a ustedes no los toquen ni con la pluma de un  ave fénix, entiendan... ustedes son mi oxígeno, mi todo... ustedes son la razón por la que sonrió cada día, ¡No quiero que se vuelvan a exponer de nuevo!— les gritó enfadado por su actual estado de ánimo y los abrazó dejando salir varias lágrimas,  los miniños al sentir a su padre tan triste y herido comenzaron a llorar en su regazo.  Orión por otro lado los miró una última vez y se dispuso a salir un poco triste. — ¡¿A dónde crees que vas Orión?! — gritó Emerick y ella pegó un brinco. — ¡Mas te vale que te mantengas dentro de esta casa o yo mismo te tomo del pellejo y te traigo aquí! — Ella bufó y sus hijos rieron por la forma en que su padre le habló.

— ¡No me grites Rick mis perfectas orejitas son muy finas! —Le respondió y con un simple gesto de magia Emerick cerró la puerta de la cocina por donde ella planeaba salir.

—Niños... ¿les gusta la idea de adoptar a Orión? — les preguntó de repente y los ojos de Orión se abrieron a mas no poder, pero los niños se miraron emocionados.

Engatozada: EmerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora