-PÓCIMA PARA PESADILLAS-

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Orión jamás había tenido una experiencia amorosa, ¡Nunca! Por lo regular sus antiguos dueños la mantenían dentro de su hogar la mayoría del tiempo, ella ya se había acostumbrado, así que ni siquiera había tenido la oportunidad de tener algún pensa...

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Orión jamás había tenido una experiencia amorosa, ¡Nunca! Por lo regular sus antiguos dueños la mantenían dentro de su hogar la mayoría del tiempo, ella ya se había acostumbrado, así que ni siquiera había tenido la oportunidad de tener algún pensamiento perverso, jamás se había hecho a la idea de lo que significaba un beso, y ahora estaba atrapada entre el enorme y fuerte cuerpo de un hombre que la devoraba como si solo ella supiera llenar esos vacíos que él tenía. Ella respondía por instinto, era normal pues ahora tenía cuerpo humano pero aún no tenía muy claro lo que todos los humanos hacían para atraer a un ser.

Emerick detuvo el beso sin dejarla irse, aún la mantenía atrapada, justo como la gata que era, no quería que huyera por probar lo desconocido. Ella mantuvo los ojos cerrados, en verdad estaba conmocionada con ese nuevo sentimiento.

-No sé qué fue eso... pero, me gusta más que la comida blanda. - dijo tierna y lo miró, le parecía un hombre imponente, una cosa era no saber qué era lo que hacían, pero lo que sin duda sí sabía era que ese gesto era más íntimo, algo que los había llevado más lejos. Emerick sonrió encantadoramente como no había hecho hace mucho tiempo al mirar a una mujer.

- ¿Esa es una razón suficiente para que no te vayas? -preguntó tomando su barbilla para así obligarla a mirarlo.

-Puede, solo por el momento... ¿me puedes dar otro de esos?- le cuestionó mirando su boca y él asintió, sin decir nada volvió a besarla ahora con más confianza, Orión sentía un placer maravilloso, aquel beso la estaba llenando de sensaciones desconocidas para ella, y sabía que Emerick también era mitad gato. << ¿Si quiero que él también disfrute tanto como yo que haría? ¡Una caricia en la cabeza! ¿A qué gato no le gusta?>>, pensó y aprovechó que él estaba ligeramente inclinado para meter sus dedos entre su cabello y lo acariciaba con un delicioso masaje, supo que había acertado al oír que Emerick había dejado salir un gemido acompañado de una mordida de labios que después liberó otro gemido en ella, estaba fascinado. ¿Cuántas cosas diferentes podría hacer para llevar más lejos eso tan delicioso que sentía? Y cuando Emerick estaba dispuesto a cargarla y llevarla a su habitación una voz lejana los interrumpió, Orión de inmediato se separó mordiendo sus labios y Emerick con una sonrisa se alejó hasta el pasillo, era una suerte que Chris no hubiera visto nada.

- ¿Papi? Volví a soñar feo. - dijo el pequeño con unas lágrimas recorriendo sus mejillas.

-Oh, ven aquí agente 86... sabes que todo está bien ¿cierto? Esas pesadillas no pueden hacerte daño, a menos que tú lo permitas.

-es cierto, una vez soñé que un ratón gigante me perseguía por toda mi casa, después había perros que venían de tras de mí, -le explicó Orión y Chris le prestó atención y ella continuó. - pero después, veía que sus cabezas se convertían en queso amarillo y ahora el ratón los seguía a ellos, era gracioso porque el ratón era más chico, y ellos no se daban cuenta, en fin... desperté y descubrí una pócima para alejar las pesadillas, ¡la leche fresca!- gritó y Chris sonrió por su anécdota, después corrió hasta Orión y la abrazó. Ella miró a Emerick esperando que este se molestara pero no, él sonrió encantado, al parecer los besos anteriores le habían hecho ver las cosas desde otra perspectiva.

Engatozada: EmerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora