-LUCKY 28-

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Y aunque Emerick  dijera tener el don de vender cualquier cosa, hasta de tener el carisma necesario para lograr lo que quisiera, en realidad guardaba un secreto, uno por el cual la mayoría de su energía mágica se gastaba más rápido de lo normal

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Y aunque Emerick dijera tener el don de vender cualquier cosa, hasta de tener el carisma necesario para lograr lo que quisiera, en realidad guardaba un secreto, uno por el cual la mayoría de su energía mágica se gastaba más rápido de lo normal.

Después de que Dorian les diera la noticia de ser Merlín él cada noche iba a escondidas rumbo a Storm Ville y leía el libro de las sombras de la hechicera Bastet, estaba dispuesto a hacer lo necesario para mantener a salvo a su pequeña familia. Entre tantos hechizos solo uno le funcionó, atraer sueños proféticos.

Las primeras veces le costaba soñar con lo que quería ver, y algunas otras sacaba ventaja de la situación para su trabajo, así siempre iría un paso adelante, en su trabajo nadie podría ganarle, ya que él siempre sabría la respuesta a cada cosa que sucedería. Después de un tiempo los sueños proféticos ya no le costaban trabajo, hasta que llegó el punto en que ellos llegaban sin que él los llamara.

Por ello su terrible adicción al trabajo, todas las noches tenía la respuesta a un futuro negocio millonario, pero... la magia tiene un precio y en especial los sueños proféticos, una vez usándolos tu mente es más receptiva a cualquier tipo de temor, y eso lo incluye en tus próximos sueños, en el caso de Emerick los sueños con Valery siempre lo atormentaban, así que aquella noche en que durmió con Orión quedó maravillado, después de hablar con ella su mente se había relajado, y por fin descansaba.

Días después Cameron lo citó para entregarle las pociones que él ocuparía.

—Una poción de la obediencia y una de la verdad, listos.

—Gracias Camy, hoy no llegaré temprano a mi casa, así que te agradezco mucho que pases por los niños a la clase de ballet que imparte Doreen, ya les hacía falta distraerse.

—No te preocupes, ve tranquilo y por favor... ten mucho cuidado Emerick, aún no es muy tarde para que le pidas ayuda a uno de nuestros hermanos.

—Llevo haciendo esto solo desde siempre Cam, tranquila... te encargo que hables con tus miniños sobre esa extraña organización que todos nuestros hijos planearon.

—Ah eso, también me encargaré, no tengas duda. — le dijo haciendo ademanes y peinando su cabello rubio, al final ella le sonrió y le dejó ir.

Después de varias horas de camino Emerick llegó a un casino, llamado Lucky 28 donde había una maravillosa cantidad de fiestas, la mayoría al ver entrar a Emerick miraba a otro lado, otras mujeres lo devoraban con la mirada y otros tantos lo seguían, tranquilo puso una clave en el elevador y subió, veinte pisos después las puertas se abrieron dejando ver las más perfectas suites con un fascinante tema rojo. Dentro un hombre le quitó de los hombros su abrigo y lo invitó a que pasara.

— ¿Vinieron todos? — preguntó manteniendo la mirada del hombre que le entendía.

—Sí señor...

Engatozada: EmerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora