Capítulo tres.
Copo de nieve.
Para Gemma toda la noche anterior había pasado cómo un borrón. Despertó en medio de un mar de sábanas y una Diana completamente destruida a su lado. Gemma se levantó con dolor en todas sus articulaciones, sin embargo, no había alcanzado su meta de emborracharse hasta perder la conciencia y eso la frustró un poco, se levantó perezosamente con destino a la ducha, se despojó del vestido de la noche anterior y abrió la llave del agua esperando a que se calentara.
¿A qué hora habían llegado?
Recordó brevemente la noche pasada cuando ese chico de cabello oscuro se acercó a ella, por un momento ella pensó en que le hablaría y trataría de coquetear con ella — como era de esperarse— pero sólo se quedó mirándola un minuto y esos ojos... esos ojos, Gemma podría jurar que vio cada uno de sus pensamientos reflejarse en esos ojos chocolate. No sabía cómo porque después de todo eran solo ojos color marrón, uno de los colores más comunes e el mundo pero había algo especial en la forma en que la miró.
O solo estoy sobre pensando todo como siempre y viendo cosas donde no las hay, pensó abatida.
Se metió en la ducha aún pensando en el chico de la noche pasada, le hubiese gustado saber su nombre al menos, pero él sólo apartó la vista de ella y arrastró a un chico hasta la salida dónde discutieron un poco en voz baja antes de salir completamente de la casa, luego Gemma se había encontrado a un par de amigos de la Academia de Danza que la habían mantenido entretenida hasta que Diana vómito por todas partes y ella la trajo a casa en un taxi porque no tenía idea de dónde se había metido Brenda.
Salió de la ducha sintiéndose un poco mejor y fue hasta su habitación para buscar un par de shorts azules y una camisa blanca. Luego se dirigió a la cocina para hacer el desayuno, se le antojaban unos Hot Cakes de canela. Justo cuando terminó de sacar los ingredientes el cabello rubio y enmarañado de su amiga Diana apareció en la puerta de la cocina.
— ¡Buenos días cumpleañera! — saludó a lo que Diana arrugó la cara y le lanzó una mala mirada frotándose las sienes. Gemma siempre había creído que Diana podía verse cómo una modelo hasta con resaca después de tres días de fiesta. A diferencia de Gemma, Diana era alta y esbelta con un cuerpo bastante tonificado, ojos color azul cielo, cabello rubio y cara de modelo, de hecho en ocasiones lo había sido para algunos comerciales en televisión.
— ¿Podrías no gritar? Estoy experimentando la resaca de mi vida y no necesito que me recuerden que soy un año más vieja — Gemma rodó los ojos y se acercó a su amiga para darle un abrazo que ella no correspondió pero tampoco rechazo, así era ella, aunque al menos ya no se quedaba rígida e incómoda.
— Siéntate, te daré un par de aspirinas y una taza de café.
— Te amo — Gemma carcajeo y Diana se sentó en un taburete del otro lado del gran mesón de la cocina luciendo cómo si no hubiera dormido en días. Después de beber café y tomarse las aspirinas Diana comenzó a sentirse mejor así que aceptó el "desayuno de cumpleaños" de Gemma que consistía en Hot Cakes con crema batida y chocolate con una pequeña vela de cumpleaños arriba. Ella incluso hizo el espectáculo de cantar "cumpleaños feliz" lo que hizo que Diana incluso sonriera un poco.
— ¿Dónde está Brenda? — preguntó Diana masticando su desayuno. Gemma se encogió de hombros.
— No lo sé, yo... — Gemma se vio interrumpida por el sonido de su teléfono, recogió el aparato de la mesa y chequeó sus mensajes — Creo que ya lo sé y no me lo vas a creer. Vístete que iremos a buscar a Brenda.
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Corazón Tatuado
RomanceUna noche de borrachera nos puede llevar a hacer cosas que ni pensábamos hacer ¿Pero tatuarse el nombre de una persona? Dicen que solo sucede en las Vegas, sin embargo nuestra historia se desarrolla en New York, hogar del duro boxeador Alex Nieves y...