capítulo veintitrés.

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Capítulo veintitrés.
Concéntrate.

— ¿Te dije hoy que te quiero?—Gemma se giró para encontrarse a Alex mirándola al otro lado de la cocina, ya había terminado la desastrosa cena y Gemma se había ofrecido a limpiar después de casi diez minutos de discutir con Rosalie, Alex convenció a su madre para que fuera a descansar en la sala con sus hermanos.

—Al menos unas tres veces en la última hora —Gemma sonrió y rodó los ojos con diversión y Alex se acercó besándola profundamente, todo lengua y apretones en el trasero que la hicieron gemir bajito —Sin embargo no me importa escucharlo unos veinte veces más.

—Eres insaciable —Alex bromeó y ella se dio la vuelta para lavar los platos, Alex se inclinó para poder abrazarla por la cintura, ella bromeaba diciendo que tal vez si se ponía tacones él no tendría que agacharse tanto para abrazarla y luego quejarse de que le duele la espalda. Él le besó el hombro varias veces y luego el cuello, luego Gemma comenzó a lanzarle agua jabonosa mientras Alex se quejaba de lo malvada que era.

—Si sigues con eso no voy a terminar nunca de lavar los platos —él se encogió de hombros y le besó el cuello nuevamente.

—Si te quedas así para siempre no me importaría —ambos se quedaron en silencio mientras ella terminaba de lavar los platos, luego Alex le ayudó a secarlos y guardarlos en sus respectivos lugares, esto era algo normal y a ella le gustaba, le gustaba disfrutar de la compañía de su novio y más que nada le gustaba no sentir la necesidad de hablar para llenar un vacío incómodo. Con Alex todo se sentía correcto y natural.

—Entonces... Javier.

—Si, ya lo sé —Alex rodó los ojos y la tomó de la cintura —Simplemente llegó a los vestuarios y se disculpó ¿Honestamente? No le presté mucha atención a su historia, sé qué está arrepentido.

—Lo sé, también lo noté.

—Nunca te pregunté por qué invitaste a Javi a tu presentación —Alex alzó una ceja y Gemma le dio un beso porque simplemente no pudo resistirse. Se veía tan lindo.

—Me lo encontré unos días antes cuándo estaba haciendo unas compras, se disculpó conmigo y me dijo que también quería disculparse contigo, así que puede que haya apartado dos asientos juntos.

—Estoy sorprendido.

—Puedo ser sigilosa cuándo me lo propongo —Alex le dio una mirada caliente que le erizó los vellos de la nuca, las manos que estaban quietas en su cintura descendieron directamente hacia sus nalgas dándole un apretón juguetón, Gemma no pudo evitar soltar una risita tonta.

—En éste momento creo que deberíamos ir a tu departamento. Aquí hay demasiada gente —Depositó un beso en su cuello y ella se estremeció — Tu y yo, en el dormitorio. Desnudos, jadeantes y muy sudados...

— ¡Alexander! —Lo regaño golpeando levemente su brazo —Tu familia está en la otra habitación y podrían escucharte.

—Oh vamos, tengo veintiún años Gems. No es como si mi madre pensara que soy virgen.

Sí, pero ella definitivamente no quería que Rosalie pensara que ellos... Ugh.

—Me voy —se paró cuándo se dio cuenta que Alex la seguía — ¿A dónde crees que vas? —él levantó una ceja y le dio una media sonrisa arrogante y sexy a la que Gemma no podía resistirse, odiándose a si misma por ser tan débil le lanzó las llaves del auto que atrapó con una increíble agilidad dado que iban directamente a su cara. Ella le sacó la lengua y corrió a despedirse de todos.


—Creo que esto es algo que nunca me cansaré de ver —Gemma suspiró contra el pecho desnudo de Alex y trazó las líneas en perfecta caligrafía sobre el corazón de su novio. Líneas tan simples que para ella significaban todo.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora