Capítulo veintiséis.

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Capitulo veintiséis.

Quizás.

Otros cuatro meses más...

Alexander golpeaba el saco con fuerza mientras trataba de mantener su mente en blanco, el sudor bajaba por su espalda desnuda mientras la música estridente entraba en sus oídos, no quería sentir ira pero hasta él podía notar que cada golpe que daba hacia que el saco se balanceara más.

Vio movimiento en su zona periférica así que se detuvo respirando pesadamente por la nariz para ver a Elijah, su entrenador que ya llegaba a mediados de los treinta pero el cabrón parecía de veintitantos por el ejercicio, él le sonreía pero Alex no devolvió la sonrisa, en su lugar bajo la cabeza y le dio una mirada peligrosa que sabía que lo haría retroceder. Alex saco las correas de los guantes con los dientes y le tendió una mano a su entrenador para que le ayudara a quitárselos, el idiota estaba hablando y parecía que no se había dado cuenta que los audífonos en sus oídos le impedían escucharlo.

— ¿Por qué tienes esa cara de asesino serial? —escuchó en cuanto se quitó los audífonos, lo ignoro y fue hasta un banco cercano por su botella de agua, bebió media botella mirando a Elijah con los ojos entrecerrados hasta que decidió que el tipo se veía lo suficientemente incomodo.

— ¿Enviaste prostitutas a mi habitación? —preguntó entre dientes con voz ronca por retener sus impulsos de gritar, Elijah parecía incomodo mirando a todos lados como si estuviera esperando que alguien lo salvara cuando solo estaban ellos dos en el gimnasio.

—Oye, el anciano fue quien menciono que debíamos darte algo para celebrar tu victoria —murmuró alzando las manos en defensa. Por supuesto que "el anciano" o mejor conocido como Josh Stryder, su promotor y benefactor diría algo como eso.

—Estoy muy seguro que él no dijo específicamente qué es lo que debían darme, eso suena más como algo tuyo —el hombre retrocedió cuando Alex dio un paso hacia él, si bien él no era especialmente violento del tipo irracional le gustaba un poco que su entrenador tuviera la prudencia de alejarse porque él se sentía como que podía estrujar su cuello en cualquier momento.

—Está bien hombre, fui yo —luego Elijah metió las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo y negó con la cabeza —Honestamente no pensé que te ofenderías tanto y le cerrarías la puerta en las caras a las pobres chicas.

—Como si no las aprovechaste —murmuro Alex moviéndose hacia su bolso deportivo para tomar su teléfono, este era nuevo y más avanzado lo que lo confundía un poco pero al menos podía llamar a la gente y leer la sección deportiva sin comprar un periódico.

—Chico no te entiendo —dijo él dejándose caer en el banco junto a Alex —tienes solo veintidós años y actúas como un viejo de sesenta con malas pulgas.

—Eso no es tu asunto —lo cortó con un siseo, hubo un sonido de la puerta y luego entraron Josh, su anciano promotor y Andrew su fisioterapeuta y nutricionista, ese era básicamente todo su equipo aunque los tres eran un dolor en su culo todo el maldito tiempo. Alex los ignoro mientras los tres hablaban de la victoria de la noche pasada.

— ¡Oigan miren eso! —Andrew que era el más joven de su equipo prácticamente chillo hacia la televisión — ¡Eres tú, Alex! Súbele volumen anciano.

—No me llames así, niño —murmuró Josh antes de hacer lo que le pidieron, era el canal de deportes donde dos comentaristas estaban hablando de la pelea de la noche anterior.

—Así es amigos, el futuro de Alexander Nieves en el boxeo profesional se ve prometedor —dijo uno de ellos acomodando unos papeles frente a él —en lo que va de la temporada ha logrado subir de categoría sin una sola derrota, como ejemplo tenemos la pelea de anoche donde los jueces calcularon que Don Phillips solo pudo tocarlo cuatro veces.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora