Capítulo diez.

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Capítulo diez
Número de teléfono.

— ¿Sabes cómo jugar? —preguntó ella y él asintió.

—Tengo tres hermanos menores, la pregunta ofende —eso la hizo reír —Si vas a hacer un montón de preguntas prefiero estar en movimiento —Gemma rodó cosas simples.

— ¿Nombre completo? —Él sonrió un poco y se detuvo para levantar una bolsa de papel del suelo y tirarla en un cubo de basura cercano, luego volvió pero está vez comenzó a caminar aún más despacio. Casi cómo una tortuga.

—Alexander José Nieves ¿Qué hay de ti?

—Gemma Jane Jacobs Murphy —Él asintió y lo repitió por lo bajo tratando de memorizarlo. Ella hizo lo mismo.

— ¿Color favorito? —Él la miró y dejó escapar una pequeña risa entrecortada. —Hablo en serio.

— ¿Por qué eso sería importante siquiera? —Ella le sonrió e hizo un gesto con la mano

—Eso dice mucho de una persona.

—De acuerdo —Él no parecía para nada convencido pero quiso seguirle la corriente —Supongo que el rojo.

—El mío es el azul ¿Qué edad tienes? —Él se detuvo de golpe con el ceño fruncido, Gemma le dedicó una sonrisa inocente pero él pareció no tragársela.

—Alto ahí, es mi turno de hacer la pregunta. —Ella se encogió de hombros.

—Me preguntaste por qué era tan importante lo del color, ya gastaste esa pregunta —La sonrisa de incredulidad explotó en la cara de Alex y antes de darse cuenta había explotado en carcajadas. Gemma no pudo evitarlo y se unió a él.

—Eres una tramposa, lo juro —Ella se hizo la ofendida y le golpeó el brazo suavemente —Y ahora me golpeas ¡Que agresiva!

—Eres un tonto, contesta mi pregunta.

—Si claro, tengo veintiún años ¿Tú?

—Veintiuno y te comportas cómo un niño —Ella bufó. De un momento a otro habían pasado de la comodidad a la familiaridad y a penas se empezaban a conocer. —Tengo dieciocho

—Pareces más joven —Eso era algo que ella siempre oía.

—Aparentemente por mi corta estatura y mi cara de mocosa.

—Mejor dicho cara de ángel —Ella se sonrojó y bajó la cabeza avergonzada, Dios, él definitivamente no acababa de decir eso. Caminaron un par de pasos más en un silencio incómodo antes de que pasara a una anciana luchando con unas bolsas y su cartera, Alex se adelantó y ayudó a la mujer.

—Pero que muchacho más adorable —La señora llevaba el cabello gris atado casi dolorosamente en un moño, llevaba un vestido largo con un estampado horroroso y zapatos cómodos. Pero la sonrisa en su cara era totalmente sincera y Gemma de repente se sintió extraña al lado de ésta mujer con sus jeans de diseñador y zapatos hechos a la medida. De repente se sintió superficial. —Mi casa está ahí —La mujer levantó un dedo arrugado hacía una pequeña casa no muy lejos de dónde estaban. Alex asintió y comenzó a caminar llevando las bolsas sin dificultad.

—Es un buen muchacho el que tienes ahí, preciosa —Ella abrió la boca y miró a Alex que caminaba delante de ellas totalmente ajeno a su conversación.

—Nosotros no... Yo... Él es solo mi amigo —La mujer sonrió como si ya hubiese escuchado eso muchas veces.

—Pues no sé qué estás esperando cariño, él parece uno de esos que valen la pena —Ella guiño un ojo y luego se detuvo subiendo las escaleras hasta un pequeño complejo de apartamentos con Alex a sus espaldas, él dejó las bolsas en el suelo y la señora lo detuvo diciéndole algo. Gemma clavó su mirada en el suelo pensando un poco en lo que la mujer había dicho, desde Noah ella juraba que ningún hombre valía suficiente para gastar su tiempo y esfuerzo ¿Alex valdría la pena? Eso era algo ridículo para pensar ya que apenas se conocían, sin embargo esa pregunta seguía dándole vueltas en la cabeza.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora