Capitulo diecinueve.
Siempre y cuando sea mi nombre.Gemma despertó gracias a unas manos juguetonas que descendían desde sus pechos hasta su punto más sensible, Alex le dejó un montón de besos en la espalda mientras ella gemía de satisfacción al sentir la erección de Alex en su espalda.
—Buenos días —Murmuró él con esa voz ronca y sexy que la hizo temblar. Ella rodó sobre su espalda encontrándose con la imagen más sexy que había visto en su vida. Alex tenía un brillo juguetón en sus ojos chocolates, la miraba abiertamente apoyado en su enorme brazo tatuado totalmente despeinado y su sonrisa, Dios, sonreía tan ampliamente que un par de arrugas se formaban en cada extremo de su boca, cómo comillas increíblemente atractivas.
—Hola —Murmuró ella sintiéndose algo insegura, jamás había dormido con nadie (a menos que una borracha Diana cuente) y la experiencia de despertar con un hombre a su lado era tan extraña que sus lágrimas querían saltar. La última vez que había hecho esto se despertó sola y fría en una habitación desconocida. Ésta vez estaba con Alex, en su cama, increíblemente cálida. El pequeño pensamiento la hizo sonreír tan ampliamente como Alex.
—Eres incluso más hermosa en la mañana —Él besó su mejilla y la atrajo más cerca —Tus ojos son más claros.
—Oh cállate, debo parecer un espantapájaros y sólo lo dices porque eres lindo —Dijo ella bromeando, luego se estiró y besó la punta de su nariz un poco irregular, probablemente era porque se la había roto un par de veces peleando y esa pequeña imperfección le gustó incluso más que cualquier otra cosa.
— ¿Entonces soy lindo? ¿Nada más? —Hizo un adorable puchero y Gemma no pudo contenerse a besar sus labios, él la acercó aún más con la mano en su nuca y la otra en su cintura.
— ¿Qué otra cosa podrías ser? —preguntó y él le dio una de sus sonrisas picaras.
—Déjame ver... ¿Sexy, atractivo, guapo, macho, Dios del sexo? —Ella soltó una carcajada y él sonrió besando su cuello —Hm, creo que tengo hambre —Ella le miró esos ojos chocolate tan intensos, oscuros y hambrientos y se retorció de anticipación —Y tú serás mi desayuno.
Un par de horas más tarde Gemma se estiró en su cama, se sentía saciada y dolorida de una buena manera. Se sentía feliz y completa por una vez en su vida. Se levantó lentamente de la cama y fue por una ducha.
Alex estaba en la cocina tarareando una canción que sonaba en la radio mientras preparaba el desayuno, si conectaba su mente por un segundo iba a volverse loco, porque aún no se podía creer que la noche anterior había pasado, no se podía creer que en serio Gemma dejó que él la tocara. Todo había sido maravilloso, más allá de las palabras incluso. Sin embargo había algo dentro de él que gritaba que todo esto era un error y algo saldría terriblemente mal en cualquier momento.
—Bueno hola ahí —Las pequeñas manos de Gemma envolvieron su cintura desde atrás y sintió un par de besos en su espalda desnuda. Él aún se sentía extraño por las caricias inesperadas pero también se sentía jodidamente complacido por eso.
—Está listo el desayuno —Él apagó la cocina y se giró para besar los labios de su pequeña bailarina, se había dado un baño y su cabello estaba húmedo y olía a rosas. Cada uno se sirvió en un plato y se sentaron a comer en silencio con la radio aún encendida en el fondo.
— ¿Alguna vez me dirás de ese tatuaje? —Murmuró ella señalando su pecho, él suspiró y asintió limpiando su boca con una servilleta.
—No conozco a ninguna Gemma a demás de ti —Dijo un poco avergonzado.
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Corazón Tatuado
RomanceUna noche de borrachera nos puede llevar a hacer cosas que ni pensábamos hacer ¿Pero tatuarse el nombre de una persona? Dicen que solo sucede en las Vegas, sin embargo nuestra historia se desarrolla en New York, hogar del duro boxeador Alex Nieves y...