Capítulo siete

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Capítulo siete.

Para.

Mierda, mierda y más mierda.

Antes de poder detenerse Alex estrelló su puño con uno de los casilleros de la sala de luchadores, agradeció breve mente que todos los que habían peleado hoy ya se habían ido y estaba solo en el lugar. Su respiración era pesada y entrecortada.

¿Qué demonios había pasado? ¿Eso malditamente había pasado?

Recordó verla desde la jaula, sabía dónde iban a estar sentados porque él había arreglado los asientos pero al encontrar su mirada, fue cómo si sólo estuvieran ellos dos en aquel lugar, fue como si todo el ruido desapareciera poco a poco y sólo pudiera ver esos ojos azules. Sólo quería terminar la maldita pelea y correr hacía ella para escuchar su voz ¿Cuán patético era eso? Entonces ella entró en la habitación que usaba para prepararse y jodida mierda. Ella lucía caliente. Definitivamente no era cómo la había visto la primera o segunda vez, ella traía uno de esos pantalones que hacen que quieras poner tus manos sobre su culo ¿Y esa camisa mostrando un poco de vientre? Sip, él seguro tuvo una erección al verla.

Pero mierda, luego ella dijo su nombre y todo se puso de locos. Gemma ¿Cómo de extraño es eso? Llevó sus manos hacía su pecho rozando levemente el tatuaje. De verdad era una extraña coincidencia que su nombre esté tatuado encima de su corazón... Déjate de eso, hombre. No hay tiempo para amoríos estúpidos, se dijo así mismo justo cuando la puerta de la sala se abría, él se tenso pensando que podía ser ella.

—Hey hombre ¿Sabes qué José se molestará por lo que le hiciste a su casillero? —Se giró al ver que era Marcus, el hombre con el que había peleado hoy, por ninguna razón notó que venía de las duchas con una toalla amarrada a la cintura.

— ¿El casillero de José? —preguntó aún abrumado por sus propios pensamientos.

—Oh sí, es el casillero que toma cada vez que viene a luchar, ya sabes —A diferencia de lo que creía todo el mundo, los luchadores que se enfrentaban en combate no siempre se llevaban tan mal, Marcus "Martillo" Miller era uno de los veteranos de éste lugar y cuándo Alex entró en los combates Marcus ya dominaba la jaula a la perfección y era el favorito de todos hasta que llegó la carne fresca y bien parecida de Alex —Honestamente no diré nada porque José ha sido un hijo de puta arrogante desde que llegó y me encantaría verlo cabreado.

—Sí, bien —Alex seguía rascándose el pecho con aire distraído, Marcus se sentó en el banco frente al suyo y comenzó a vestirse.

— ¿Estás bien? —Alex negó con la cabeza — ¿Problemas con tú mujer? —Alex le dedicó una mirada extraña pero se dio cuenta que eso era lo que parecía si acariciaba constantemente el tatuaje del nombre de una mujer en su pecho así que no se molestó en corregirlo.

—Entiendo lo que es, Valerie y yo tuvimos muchos problemas antes de poder estar juntos en realidad, ya sabes, básicamente sus padres me odiaban y éramos jóvenes y no nos importaba una mierda.

—No puedo estar con ella —se escuchó decir, sorprendido por su propia confesión —Ella es de la clase alta amigo.

—Eso es una mierda ¿no? Sin embargo eso nunca nos detuvo a Valerie y a mí, ahora estamos viviendo en una pequeña casa en el barrio con una preciosa niña de cuatro años, ella nunca me ha dicho que no es feliz ¿Esa clase de muros? Solo existen en tu cabeza, amigo —Marcus le palmeo el hombro antes de salir y Alex se quedó un rato absorbiendo las palabras de Marcus, sin embargo todo que podía ver eran imposibilidades. Ella jamás querría estar con un tipo que ni siquiera podría llevarla a un restaurante bonito, sin mencionar que tenía cero modales y no sabía cómo llevar una conversación trivial pero era bueno noqueando gente ¿Quién querría eso?

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora