Capítulo seis

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Capítulo seis.
Un poco salvaje

Alex nunca se ponía nervioso.

Jamás.

A lo largo de su miserable vida él había tratado con los tipos más rudos del barrio, un montón de luchadores increíblemente más grandes que él, incluso algunos traficantes del bajo mundo (como un favor a Don Miguel, porque cuándo ese hombre pedía un favor no podías negarte)

Sin embargo aquí estaba, temblando en una banca cómo un patético perdedor porque iba a ver a su chica de ojos azules.

Sólo que ella no era suya.

Y maldición, eso lo frustraba. Porque quería que esos ojos lo miraran de nuevo con curiosidad y atracción como en aquella fiesta o en su auto y él ni siquiera sabía su nombre ¿Cuán patético era eso? Él era patético en realidad y ella era demasiado hermosa para él.

Ella estaba aquí con sus amigas según lo que le había dicho Javier en un mensaje de texto hace unos minutos y eso solo hacía que Alex diera más vueltas alrededor de la pequeña habitación cómo un gato enjaulado, sus músculos estaban tensos y su corazón a toda velocidad como siempre se sentía antes de cada pelea, pero ésta vez había un sentimiento de inquietud mezclándose dentro de él.

— ¡Alex muchacho! —Bruce Lenin, antiguo boxeador famoso y ahora organizador de peleas ilegales entró en la habitación dejando que el ruido y la euforia del lugar se colara en la habitación por unos segundos — ¿Estás listo? Es hora de salir —Alex asintió y comenzó a golpear el aire frente a él como si se tratase de un oponente, estiró un poco su cuello y brazos y saltó rápidamente en su lugar escuchando como Bruce encendía al público.

Ésta noche iba a lucirse para la chica de ojos azules.



The Black Door resultó ser —irónicamente— una enorme puerta negra.

Gemma pensó que los que habían nombrado éste lugar o eran idiotas o maestros de lo estúpidamente obvio. El chico que se había presentado a ellas como Javier las guió dentro del estrecho pasillo donde había pocas personas besuqueándose o drogándose en silencio, ella apartó la vista totalmente escandalizada y asustada. Pasaron a través de un par de otros pasillos cuando se empezó a escuchar el estruendo de cientos de voces.

—Chicas, creo que deberían tomarse de las manos o algo así —Javier sonrió de una forma tranquilizadora y ellas obedecieron tomándose de las manos como si fueran niñas de preescolar en una excursión —Esté lugar es como un laberinto y podrían perderse... Además que las peleas en realidad traen a mucha gente y se pone, como, un poco salvaje.

Gemma sintió un escalofrío viajar por toda su columna vertebral, no le gustaba para nada lo que aquel "un poco salvaje" podría significar ya que ella no era para nada una chica a la que le atrajeran las cosas salvajes y alocadas. De repente todo su valor se había esfumado y cuándo Diana tomó su mano colocándose delante de ella se sintió desprotegida porque en realidad ella era la última en la fila y en cualquier momento ella podría simplemente desaparecer y nadie lo notaría, oh Dios, alguien podría secuestrarla o emborracharla a propósito y...

— ¿Gem estás bien? —ella sacudió su cabeza dándose cuenta de que Diana había comenzado a avanzar y ella estaba clavada en su sitio. Se obligó a serenarse y auto convencerse de que nada le pasaría, después de todo estaban con Javier y él parecía ser lo suficientemente fuerte como para defenderlas a las tres ¿no?

¡Dios! ¿Dónde se estaban metiendo?

—Si, todo bien —ellos caminaron un poco mientras el pasillo se fue haciendo más ancho y el ruido ensordecedor de la multitud se volvía, bueno, ensordecedor.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora