Capítulo treinta.

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Capitulo treinta.

Hasta que la tinta se borre.

Gemma miraba el teléfono como si quisiera hacerlo desaparecer, volvió a suspirar y a apartarse lejos de la tentación. Estaba en medio de un ensayo y solo podía pensar en Alexander Nieves.

Habían pasado dos días desde su encuentro en aquel restaurante, aun se sentía en una nube si pensaba en aquella noche, su hermana la había mirado con una sonrisa burlona y ella solo la había empujado con las mejillas rojas mientras gritaba que la dejara en paz.

Y ahora miraba su teléfono con tanta atención que casi parecía obsesiva.

¿Debería llamarlo?

Antes de poder contestarse a si misma esa pregunta su nombre fue llamado y tuvo que correr para empezar sus estiramientos.

***

Alex resoplo mientras Samuel se lanzaba sobre su estomago, acababa de llegar de correr y solo logró tomar una botella de agua antes de colapsar sobre el piso de la sala, Samantha llego corriendo y al ver lo que ocurría se lanzo sobre Samuel riendo mientras Alex se quejaba por la falta de aire. Jesucristo, sus hermanos iban a ser su muerte.

— ¿Qué demonios están comiendo? Pesan mucho —ambos rieron y él empezó a picarle las costillas con los dedos para que se retorcieran y se alejaran de él.

— ¡No, Alex! —chilló Samantha alejándose, ella fue más inteligente que su hermano mellizo que se le ocurrió que podía jugar a las luchas con él así que Alex soltó una carcajada y se dejó vencer por ambos.

— ¡Niños! —ellos sonrieron al ver a Rosalie parada en la puerta con las manos en las caderas y de inmediato los dos demonios salieron corriendo a abrazar a su madre mientras Alex se levantaba un poco y se sostenía de sus codos para sonreírle a su madre —Hola bebés.

— ¿Cómo te fue? —su madre lo miró un segundo en silencio y cuando él alzó una ceja ella finalmente asintió sonriendo.

—Fue bien. Ve a ducharte Alexander, estas todo sudado —él frunció el ceño y bajo la vista para ver que la camisa gris que traía era varios tonos más oscura y su olor no era el mejor así que se levanto pero una vibración en el bolsillo de sus pantalones de deporte lo distrajo.

Era la maldita llamada que había estado esperando desde hace dos días.

Gemma.

—Hey —dijo con voz baja, escuchó voces al otro lado de la línea y luego esa suave y pequeña voz que hacía que cada poro de su piel despertara.

—Hola Alex —él sonrió sin darse cuenta y empezó a rascarse la barbilla con nerviosismo — ¿Cómo estas?

—Bien ¿Cómo estás tú? —él sintió que ella sonreía, no sabía cómo pero lo sentía.

—Bien —él se movió alrededor de la sala con impaciencia sin notar que su madre lo miraba fijamente —Así que, estuve pensando en el otro día y quería saber si estabas ocupado para, no sé, ¿salir?

—Me encantaría ¿Dónde nos vemos? —la desesperación se podía escuchar en el tono de Alex pero el fingió no darse cuenta mientras caminaba por la sala.

—Pues justo ahora estoy saliendo del ensayo —Alex alzó la vista al reloj de pared calculando cuanto le tomaría llegar a la dirección que decía Gemma, cuando bajó la vista vio que su mamá lo veía muy concentrada.

—Puedo estar allá en veinte minutos —escucho el "Bien" de Gemma y luego colgó mirando a su madre — ¿Qué?

— ¿Vas a salir? —Pregunto ella en respuesta, una media sonrisa se empezaba a formarse en sus labios, él asintió y empezó a moverse hacia el baño — ¿Dónde está Jackson?

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora