Capítulo veintiuno

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Capítulo ventiuno..
El lago de los cisnes.


'¿Qué demonios? Dime qué está mal Gemma'

'Nada Alex, estoy bien'

'¿Entonces por qué mierda me colgaste en medio de un episodio nervioso o lo que sea? Voy a verte ahora.'

'No es necesario, sólo estoy nerviosa por ésta noche'

'Gemma...'

'Estoy diciendo la verdad ¡Son sólo nervios! Tengo que volver al ensayo ¿te veré esta noche?'

'Definitivamente corazón, por favor no llores más'

'Tranquilo boxeador ;)'

'Te amo Gemma'

'Y yo a ti Alexander'

***

Eran las 7:30 de la noche, Alex por fin pudo entrar después de estar más de diez minutos peleando con el hombre que verifica las entradas, tal vez por su apariencia o sus sutiles palabras de "Vete a la mierda". Finalmente un hombre aburrido del espectáculo le hizo una seña al tipo con el palo en el culo y lo dejó entrar.

—Gracias por eso, señor —el hombre viejo y barbudo le dedicó una sonrisa y una pequeña inclinación de cabeza. Luego siguió a su asiento con una mujer embarazada y pequeña.

Alex nunca había estado en un teatro y a decir verdad era algo bastante impresionante. Las cortinas de satén rojo caían desde lo alto del techo como decoración, también habían unas doradas y cafés, cuando estuvo fuera pudo ver un programa informativo en la pared que decía que había una capacidad de 500 personas en este enorme lugar. El teatro estaba a reventar y honestamente Alex sólo quería ver a Gemma y ya, pero tuvo que ponerse una maldita corbata y pantalones de vestir.

Alex verificó por tercera vez su asiento en la tercera fila y caminó lentamente observando a todas las personas a su alrededor, todos con esos caros trajes de diseñador, joyas ostentosas, actitudes de mierda y egos inmensos. Se sentía realmente incómodo, sobre todo cuando la gente empezó a notarlo y a dedicarle diferentes tipos de mirada: odio, asco, lujuria, curiosidad, pena.

Fue entonces cuando se congeló. Javier estaba sentado en su silla vistiendo un traje gris y viéndose tan incómodo como él. No había visto a su hermano desde aquel día donde le había dejado un moretón en su mejilla. Se obligó a sí mismo a mantener la calma al dirigirse a su amigo.

—Javier —saludó con cortesía, Javier no mostró sorpresa, al contrario, la característica sonrisa juguetona estaba en su rostro. Cosa que hizo sentir a Alex mucho mejor.

—Alexander, que bueno que hayas venido ¡Y mira eso! te has puesto una corbata y todo —Alex alzó una ceja porque obviamente Javier se estaba burlando de él mientras se jalaba la corbata con incomodidad.

—Ciertamente no esperaba verte aquí, y mucho menos en mi asiento —Javier sonrió abiertamente antes de sacar un boleto de su bolsillo para comprobar, luego se levantó y se movió un asiento a la derecha palmeando el asiento a su lado para que Alex se sentara. Esa actitud comenzaba a poner a Alex nervioso.

—Es bueno verte de nuevo —Alex tensó la mandíbula y contó hasta diez mentalmente para no armar una escena en medio del teatro.

—Pensé que no querías volver a verme jamás, o al menos eso es lo que me gritaste en la cara —las palabras sonaron más venenosas de lo que pretendía pero no pudo evitarlo.

—Yo soy el que debería estar molesto, no tú —Bastante cierto, pensó Alex, pero el constante parloteo a su alrededor, la maldita corbata en su cuello y la extraña actitud de Javier lo estaban volviendo loco. Suspirando aflojo la corbata y se sentó en la silla mullida al lado de Javier —sin embargo no lo estoy ¿de acuerdo? Dije muchas cosas cuando estaba furioso y la verdad me arrepiento.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora