Capítulo uno.

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Capitulo uno.

El tatuaje.

El amanecer se asomaba por las cortinas de la habitación, ella abrió un ojo pero rápidamente volvió a cerrarlo debido a la luz, se quejo levemente y volvió a poner la almohada sobre su cabeza tratando de conciliar algo de sueño otra vez pero era imposible así que se levantó arrastrando los pies hasta la cocina del pequeño apartamento donde vivía sola, de camino saludó al Presidente Miau que descansaba perezosamente en su cama, el gato blanco pareció despertar al verla salir de la habitación y la siguió a la cocina esperando por su desayuno, vertió un poco de comida para gatos en su plato y encendió la cafetera. Frotó sus ojos al ver que tenía un par de mensajes en el contestador, presionó el botón rojo que emitió un pitido y comenzó a sonar la voz de su amiga Brenda.

— ¿Gemma? ¡Amiga! ¿Sabes que el cumpleaños de Diana es mañana? Pues te recuerdo que el mes pasado quedaste con nosotras para ir a un club, lo sé, lo sé, es de última hora y todo eso pero Diana ha tenido una de esas semanas de mierda y creo que le gustará la sorpresa —Hubo una pausa que sirvió para verter el café en una taza y tomar un relajante sorbo —Además, es hora que te des un descanso de tu rutina diaria, como sea, te recogeré a las ocho ¡Adiós!

¿Y ahora como salía de esta? Brenda era su mejor amiga desde que tenía memoria, era una chica muy alegre y arriesgada, honestamente a veces se preguntaba si alguna vez ella estaría temerosa de hacer algo, le gustaba vivir cada día como si fuera el ultimo y eso estaba bien para Gemma mientras no la arrastrara con ella. En cuanto a ella, se definía a sí misma como el tipo de chica tranquila, el tipo que prefería estar en casa con una taza de chocolate caliente y un buen libro o una serie nueva aunque últimamente había algo que ocupaba casi todas sus horas libres: El ballet.

El ballet representaba todo en su vida. Lo practicaba desde que tenía cuatro años y era como su calmante natural, cuando tenía algún problema con su hermana menor o sus padres, tal vez una ruptura o un bajón emocional, el ballet siempre parecía hacer que todos sus problemas se esfumaran rápido y la hacía realmente feliz.

— ¿Tu qué dices Presidente, debería ir? —él gato solo la miro moviendo la cola de un lado a otro y luego se acerco para frotarse contra sus piernas. Gemma suspiró y decidió ponerse al día con los deberes, era alumna de segundo año en la universidad Julliard de Bellas Artes en New York, y como en otras escuelas también debía lidiar con deberes normales. Se encerró en su habitación con la taza de café recargada y el libro de literatura en sus piernas.



—Alex... ¡Alex! —él gruñó levemente cuando el dolor de cabeza lo atacó, trató de abrir un ojo y luego el otro pero sentía como si sus parpados estuvieran hechos de plomo, trató de incorporarse pero era inútil y él sabía lo que venía si se levantaba, se había emborrachado suficientes veces como para saberlo—. ¡Alex! —Suspiró derrotado porque sabía que aunque lo deseara con todas sus fuerzas no podía simplemente quedarse en la cama todo el día. Se sentó en el borde de su vieja cama que chirriaba cada vez que me movía y pasó sus manos repetidamente por su cara esperando poder levantarse sin tambalearse, el mareo llegó rápidamente y tuvo que correr al baño para poder expulsar todo lo que estaba en su estómago.

— ¡Alex, Alex, Alex! —Cayó derrotado en el suelo del pequeño baño, su hermano pequeño, Samuel lo llamaba desde la puerta. Con la garganta ardiendo y el estómago vacío se levante con dificultad del suelo sintiéndose patético.

— ¿Qué quieres enano? —el niño frunció el ceño por el sobrenombre y se cruzó de brazos, se parecía bastante a él. Cabello oscuro alborotado, piel besada por el sol y ojos café oscuro.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora