Prólogo.

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Ante esa escena, lo primero que se me ocurrió fue salir huyendo de ahí en dirección a mi habitación. Tenía que tomar esa mochila que había preparado previamente, y tras eso, ver alguna manera de huir de ahí con la mayor cantidad de gente posible. Maldición, ¿¡por qué Ykhar tuvo la brillante idea de hacerlo cuando todos están en distintos lugares!?

Sabía que Nevra había ido a un pueblo vecino a comprar unas cosas que Miiko le había pedido. Ezarel, por su parte, no parecía haber ido a ningún lado, y de Valkyon no tenía noticias realmente. Si me apresuraba, podía tomar uno de los barcos del puerto antes de que Leiftan o Ashkore llegaran ahí, llenarlo de todas las personas que encontrara en el camino y rezarle al Oráculo o cualquier dios que existiera en este mundo porque mi plan saliera tal y como esperaba.

Entré a mi habitación, tomé la mochila y le di la orden a Laïa de que huyera hacia Reessia y se encontrara con el familiar de Nevra. Pude notar en su mirada que no quería separarse de mí, pero era necesario. Si lograba llegar, sería una vida más que había salvado.

Justo en el momento en que me dispuse a abrir la puerta, un fuerte temblor sacudió el lugar por un instante. Me sostuve como pude, ninguna persona saliendo de su habitación. Supuse que, por la hora, la mayoría estaba comiendo, entrenando o alguna otra cosa, razón suficiente para que los malditos dormitorios estuvieran desiertos. Esperé un instante; alguien tenía que aparecer. Si aún no se había desatado el caos completamente, era porque Leiftan aún no había decidido actuar con todas sus fuerzas.


—Aerye, ¿sentiste el temb...?— la voz de la vampiresa me sobresaltó, mi siguiente reacción siendo callarla al instante.

—Cállate, sígueme y mantén tu orgullo como Sombra siendo lo más sigilosa posible, ¿de acuerdo?— parecía completamente confundida ante mis palabras, pero asintió.


Había olvidado por completo un detalle. Si Leiftan tenía aliados, lo más probable es que la caza hacia las personas de la Guardia haya comenzado gracias a los infiltrados que estaban por aquí. Tenía que ser cuidadosa y hacer lo posible por diferenciar entre enemigo y amigo.

Sabía que ir por el pasillo hasta la puerta no era una opción, pero sí salir por la ventana. Aproveché que la puerta de Karenn estaba abierta para entrar a su habitación sin necesidad de hacer ruido, acercándome poco después a la ventana. La altura era algo... considerable, pero tenía la ventaja de poder disminuir el impacto de nuestra caída. Sujeté el brazo de la vampiresa con fuerza, volví a cubrir su boca para evitar que soltara algún ruido que nos descubriera y salté por la ventana, controlando un poco nuestra velocidad al descender para que no cayéramos con tanta fuerza.

Al estar por fin fuera del cuartel, me di cuenta de que cruzar por el mercado tampoco era una buena opción. Si mal no recordaba y gracias a las ayudas que le había prestado a Ashkore para evitar precisamente esta situación, había una manera de llegar hasta el quiosco sin necesidad de pasar por el refugio y el mercado. Noté que Karenn estaba temblando, pero no dije nada al respecto. En este momento el objetivo era salir con vida de esta situación, al menos hasta que llegáramos a la playa.

Cuando llegamos al ducto que conectaba a la parte trasera del cuartel con el cerezo, un niño que me despertaba recuerdos de mi primer día en Eldarya parecía estar disfrutando de explorar el ducto. Le ordené a Karenn que cuidara la retaguardia, mientras que yo me acercaba al niño con el semblante más tranquilo que pude poner. Poco a poco me fui hincando para estar a su altura y proyectarle más confianza.


—Hola, ¿te acuerdas de mí?— llamé su atención, y el niño que parecía estar divertido observando una grieta creada por el temblor, dirigió su mirada hacia mí.

Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora