Capítulo III: Tiempo.

951 67 97
                                    

Comencé a caminar hacia los jardines, tratando de ir lento por más que quisiera irme corriendo hacia con el vampiro. A pesar de que todo se veía relativamente bien entre los dos, no quería saltar antes de tiempo. Bien podía haberme citado para decirme que eso fue de una noche, jaja, adiós o algo por el estilo. La tristeza me inundó por un instante cuando pensé en esa posibilidad, y suspiré. Ambos teníamos tantas cosas que aclarar, y uno de los miles de misterios que aún envolvían mi vida sería resuelto por fin.

Al llegar al jardín, lo encontré tirado en el pasto completamente dormido. Lentamente, comencé a acercarme, ya que no quería perturbar la paz con la que dormía. Con todo el sigilo que mi cuerpo me permitió, me senté a su lado, revisando a detalle esas facciones que resaltaban aún más por los rayos del sol. Su piel era pálida, el leve rubor provocado por la exposición al sol comenzando a hacerse notorio. Podía notar que se había rasurado recién, y sus labios... oh, maldición, esos labios. Eran suficientemente carnosos, incluso para ser hombre. El sólo recordar que ya había probado esos labios me hacía suspirar.

Ese parche que por ninguna razón se quitaba, ni siquiera para dormir. ¿Aún tenía su ojo? ¿En realidad lo había perdido? ¿Shaïtan le había dejado una cicatriz pequeña o algo monstruoso? Siempre había tenido las ganas de ver debajo de aquel accesorio, pero sabía que incluso para alguien tan curiosa como yo existían los límites. Si alguna vez el vampiro se dignaba a mostrarme su cicatriz, lo esperaría.

O igual podía levantarle el parche cuando realmente se quedara muy, muy dormido.

Ahogué una carcajada al imaginármelo molesto. Quizás esa era una de las razones por las que antes me empeñaba en hacerlo enojar. Tenía ese algo que por más molesto que estuviera, me daba cierta ternura, o al menos cuando se enojaba directamente conmigo y no se le ocurría ponernos a correr por todo el cuartel hasta que alguien terminara desmayado o algo peor.

Tenía unas pestañas tan largas para alguien que realmente no las necesitaba, y el pensamiento estúpido de que le habían crecido para proteger al doble el único ojo que le quedaba me obligó de nuevo a ahogar la risa. Maldición, ¿por qué hasta dormido causaba tantas emociones en mí?

Tras ese breve momento de estupidez, me recosté a su lado, entrelazando su mano con la mía. Todo iba bien, hasta que sentí que comenzaba a despertarse. Me comenzó a dar mucha pena la situación actual, por lo que fingí estar dormida de una manera patética. Apreté mis labios y juraba que comenzaba a temblar de la pena, hasta que los labios de Nevra se encontraron con los míos por un instante que fue más que suficiente para mí.

No dijo nada, y volvió a recostarse, acercándome hacia él. Como idiota que era, no me moví ni un centímetro, y me acomodé. Todo esto era una sensación completamente nueva para mí... sí, había tenido relaciones amorosas anteriormente, pero ninguno me había hecho sentir tan enamorada por ellos aparte del vampiro.


—Ae, quiero aclarar algo.— su tono era serio, por lo que me quedé completamente callada. —Lo que dijiste tras nuestra pelea... ¿realmente lo sentías? ¿O fue un mero impulso?— su mirada se posó sobre la mía, y por más que quería desviarla, no lo hice. Eso le haría pensar que su suposición era correcta, y no quería eso.

—Todo lo que dije, incluso lo negativo... fue completamente real.— sentía que las mejillas me ardían, pero hice lo posible por parecer lo más segura posible. —No me preguntes cómo pasó ni por qué, ya que estuve evitando de manera olímpica el enamorarme de ti, pero parecía que te esforzabas demasiado para que cada día mis sentimientos fueran aún más fuertes.— esbozó una sonrisa orgullosa al escucharme, y desvió la mirada.

—...Es la mejor noticia que he recibido en meses.— comentó, y volvió a quedarse callado. Fue en ese momento que algo me hizo pensar; sí, yo ya había confesado la verdad, ¿pero y él? No era justo que yo fuera la única que había echado su orgullo a la basura. Justo cuando me armé de valor para abrir los labios, el vampiro interrumpió mi valentía. —¿Qué te dijo Huang Hua?— por más que quisiera cambiarle el tema a lo que realmente me incumbía, me contuve. Eldarya en este momento era más importante que mis líos amorosos.

Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora