Capítulo XVIII: Nostalgia.

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Tras lo sucedido en la enfermería, decidí regresar a mi casa, sin molestarme en avisarle a Eweleïn antes de hacerlo, incluso si mis acciones tenían consecuencias después. ¿Por qué había actuado así, para empezar? Era algo que no me había detenido a pensar, pero había sido muy egoísta al mandarme con el vampiro si sabía que las cosas estaban tensas entre nosotros. Mi situación era mucho más justificable que su supuesto enojo porque yo le conté lo que me hizo. Pensé incluso que había sido una estrategia entre ellos, pero lo dudaba bastante.

Caminé con toda la tranquilidad del mundo hacia mi casa, importándome poco si me veía prepotente al ir en paz después de abandonar el trabajo. Tenía que pensar sobre todo en porqué se me había ocurrido la brillante idea de besarlo. Sí... se ve arrepentido. Pero esa no es justificación suficiente para perdonarlo. Yo no estaba dispuesta a hablar con él hasta que ordenara por completo mis ideas, y justo en este momento que mis investigaciones ilícitas estaban en su auge, no podía darme el lujo de preocuparme por cosas así.

En el camino a mi casa, me detuve en el mercado por un momento. Quería ver si había novedades en cuanto a productos humanos, que, aunque siempre me terminaban costando un riñón, el factor nostalgia podía conmigo. Hace no mucho tiempo, Purral tenía entre sus artículos un Game Boy. Era prácticamente una basura para él y para muchas personas que no conocían lo que eso representaba: no encendía y tampoco querían interesarse en saber cómo lo hacía. Terminé comprándolo y había logrado que encendiera, por lo que sabía que no me faltaba mucho para descubrir cómo usar mi computadora de nuevo.

Me acerqué a su puesto, y aunque no había nada que resaltar respecto a productos que yo conociera de la Tierra, me llamó la atención un llavero de una ciudad que parecía ser del norte de Europa. Si siguiera viviendo en la Tierra, eso me habría parecido basura, o mínimo algo que no necesitaba comprar en un puestito de la ciudad. Su valor sentimental cambiaba si alguien me lo había traído como recuerdo, pero... incluso esas pequeñas cosas me hacían recordar que, en algún punto de mi vida, fui una humana.

Entré en un trance mental muy profundo. Si tuviera la oportunidad de regresar a la Tierra en este momento, ¿lo haría? Por nostalgia, quizás sí. Fuera de sí mi padre seguía en ese lugar o no, yo había crecido en la Tierra. De niña me despertaba todos los sábados a ver cosas como Dragon Ball, Sailor Moon, las Chicas Superpoderosas... En Eldarya no había televisión, y por lo mismo, nunca podría volver a verlos. Y ni se diga del internet... ¿cómo olvidar esa etapa mundial donde todos habían sido un poco emos por My Chemical Romance, Green Day y Paramore?

Eran tantas cosas que extrañaba de la Tierra, y que, aunque sabía que era un lugar donde mi raza había sido despreciada por siglos, era mi hogar.


—Niña, ¿vas a llevarte algo?— preguntó uno de los purrekos que ayudaba a Purral.

—¿Cuánto quieres por esto?— le mostré el llavero, su respuesta siendo un rostro algo confundido.

—Dudo que cueste algo, es un mísero llavero de la Tierra. Es chatarra, en pocas palabras. ¿En serio lo quieres?— asentí ante su pregunta, y de nuevo, parecía incrédulo. —Diez maanas, no creo que valga más.— le entregué el maana correspondiente, el purreko aun observándome extrañado.

—Gracias.— me guardé el llavero en la bolsa, dándome media vuelta para continuar con mi camino.


Mientras más me iba acercando a mi casa, me di cuenta de que alguien estaba frente a la puerta. Mi primer pensamiento era que el vampiro había ido a querer solucionar las cosas, así que me escondí detrás de cuanto arbusto pude, acercándome con cautela. Una vez que estaba lo suficientemente cerca, maldije en voz baja. La persona en cuestión parecía traer una capucha, por lo que no podía distinguir sus rasgos. ¿Qué hacía una persona tan extraña frente a mi puerta?

Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora