A pesar de que estaba acostumbrada al ajetreo que siempre había en la ciudad, esa no era razón para que me gustara. La ventaja de vivir ciertamente retirada de las demás casas era que podía tener cierto nivel de silencio, lo cual agradecía mucho, sobre todo después de los criminales entrenamientos del vampiro. Debido a que nos habíamos reconciliado, los ataques de muchas chicas de Absenta hacia mí habían aumentado. ¿Me importaba? No realmente. Después de todo, quien traía la correa de Nevra era yo.
Una de las razones por las que había demasiado ruido hoy era por una razón en especial: la fiesta de la Guardia. No se celebraba nada, pero a Miiko se le había ocurrido hacer una pequeña fiesta para relajar el ambiente que se había hecho a lo largo de estos días por culpa de dos personas en particular. Se haría una fiesta para los niños, otra para los adultos sin ganas de fiestas locas y otra para los adolescentes y gente con ganas de fiesta loca.
Para ser sincera, no sabía si quería ir. Necesitaba descansar, pero, sobre todo, pensar sobre algo que había pasado hace unos cuantos días.
Lance.
Esa palabra era más que suficiente para describir lo que me molestaba en este momento. Tras todo mi drama con el vampiro, nos quedamos juntos durante todo el fin de semana, aprovechando que mi padre no estaba y que más bien usaba los fines para el papeleo, por lo que podíamos hacerlo ahí mismo en la casa. En el momento en que Nevra regresó a su habitación, alguien había golpeado sutilmente mi ventana. Una sutileza que me había causado escalofríos.
Una vez que agarré el coraje para abrir la ventana, él ya no estaba. Pero como siempre, había dejado una carta elegantemente doblada al pie de mi ventana. Tras haber comprobado que no había nadie en los alrededores, había comenzado a leerla. No decía nada, aparte de una fecha.
1 de noviembre.
Incluso si faltaba tiempo para esa fecha, no podía dejar de pensar. Sabía que incluso si tenía la mala fortuna de encontrármelo, no me diría mucho. Le gustaba jugar con mi mente. Conmigo, en general. Sabía de mi constante necesidad de saber la verdad de las cosas, y no se me hacía imposible que esa fecha que comenzaba a soñar tenía algo que ver con su oferta de unirme a él. Quizás, por fin era mi fecha límite, y si no obtenía una respuesta antes de ese día, dejaría de molestarme para siempre.
¡Pero gracias al Oráculo! Deshacerme de su presencia para siempre sin necesidad de herirlo era más que perfecto para mí. Estaba harta de que me tratara de idiota, de que siempre me estuviera acosando y al acecho de cualquier cosa que hacía. Sinceramente, que dejara de molestarme era sinónimo que mi tranquilidad mental regresaría, y mi corazón estaría en paz por siempre.
Pero...
No podía seguir engañándome. Sabía que lo necesitaba, y más ahora que nunca. Tenía tantas pistas sobre lo que realmente sucedía en este mundo, pero no podía lograr acercarme a las personas indicadas sin Lance. ¿Quién más hablaría mal de los fenghuangs si no es alguien que ha sufrido las consecuencias de sus actos? Desde que yo llegué a este mundo, se me hacía hincapié en lo mismo: los fenghuangs eran sagrados, sobre todo, la aprendiz de fénix.
Justo cuando iba a acostarme en la cama, me encontré con el vampiro intentando leer el libro que me había regalado en mi cumpleaños. Leía sílaba por sílaba el alemán, sin lograr atar una sola palabra. Terminó por hartarse, cerrando el libro con cuidado y suspirando.
—¿Qué te he dicho de aparecerte así? Te voy a quitar las llaves de la casa.— me crucé de brazos, dándole la espalda.
—Creo que me conoces lo suficiente como para saber que una cerradura no es un obstáculo para verte~.— me abrazó por detrás, recargando su mentón en mi hombro. Acaricié su brazo, recargándome.
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Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)
Fanfiction「Tu peor error fue confiar en mi redención.」 ◊Tras la corrupción del cristal, la traición de Leiftan y varios miembros de la Guardia, Aerye comienza a replantearse todo lo que le fue instruido en ese mundo. ¿Realmente la Guardia de Eel es la buena...