Si era sincera, el hecho de que mi situación con Nevra estuviera más o menos tranquila era un completo respiro para mí. Sí, ya no estábamos peleados, pero la distancia que habíamos decidido tomar me estaba afectando, pero sabía que era lo justo y necesario. Por obvias razones, el vampiro había dejado definitivamente mi casa, prometiéndome que me visitaría para no levantar sospechas y para verme, simplemente.
A ojos de los demás, e incluso de nuestros amigos cercanos, seguíamos siendo novios. No queríamos molestar a los demás con nuestros dramas, porque, para empezar, nuestra ruptura no era un drama ni mucho menos, sino un respiro que ambos necesitábamos para recapacitar sobre muchas cosas. Mis acciones iban a tener consecuencias. Para empezar, si lograba desacreditar a los fenghuangs, sus leyes ya no serían válidas, y, por ende, mi matrimonio sería anulado. Estaba dispuesta a afrontar una carga así, porque sabía que Nevra y yo no dejaríamos de estar juntos.
Tenía que concentrarme en este embrollo en el que me había metido sola, darle una conclusión y, si lo consideraba pertinente, dejar todo por la paz. Siempre corría el riesgo de que, incluso si sabía la verdad, la gente no me creyera, o decidiera que esos sí eran errores del pasado y no afectaban en nada la historia actual. Eran tantos los escenarios que podían suceder que ponerme a pensar sólo me estresaba.
Me iría dentro de unas cuantas horas hacia las tierras de los fenghuangs. Como lo supuse, pensar en dormir sin el vampiro me costaba bastante, sobre todo porque su compañía por las noches ya era un hábito que se me había colado tanto hasta los huesos que era casi imposible dormir tranquila.
—Bien, ¿entonces te vas mañana por la mañana?— asentí, suspirando poco después. Me estaba muriendo de los nervios, pero tenía que estar tranquila.
—Sí... ¿crees que puedas seguir encargándote de mis pequeños?— me daba algo de pena pedirle favores en nuestra actual situación. —Si no puedes no hay problema.— puso los ojos en blanco, más que de molestia, de ironía.
—Para eso están los amigos, ¿no?— le di un codazo ante sus palabras, pero me sentía agradecida con él.
—Gracias...— desvié la mirada. —No sé qué pueda pasar en los siguientes días, Nev. Puede que deje todo por la paz o ataque, y aunque me gustaría hacer lo primero, sé que no me sentiré con la conciencia tranquila.— me dio un beso en la frente, recargándome contra él. Aah, me la estaba poniendo difícil.
—Pase lo que pase, estaré de tu lado. ¿Crees que nos den asilo político en Reessia?— por más que podía sonar a chiste, era una opción que podría considerar.
—¿Tanto me quieres como para estar dispuesto a aguantar a mi madre?— alcé una ceja, y él sólo rió.
—Eres mi mejor amiga, Ae. Por ti, todo.— fingí molestia ante su comentario, siguiendo con todo este rollo de amigos que teníamos en este momento.
—Hey, una cosa es la friendzone y otra es la bestfriendzone. Sólo te falta decir que me quieres como a una hermana.— soltó una carcajada, abrazándome aún más fuerte. Se acercó a mi oído, por lo que sabía que estaba a nada de decir una estupidez.
—¿Y si mejor nos hacemos amigos con derechos?— sentí un escalofrío por el cuerpo, pero me contuve.
—A-M-I-G-O-S, Nev. Nada de besos, nada de fajes, nada de dormir juntos, nada de nada.— lo regañé, sonrojándome un poco.
—Cuando éramos amigos dormíamos juntos y me dejabas besarte el cuello. ¿Recuerdas cuando en aquella fiesta te sentaste en mi regazo?— puse los ojos en blanco, pues comenzaba a dudar que todo esto de amigos nos sirviera de algo.
ESTÁS LEYENDO
Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)
Fanfiction「Tu peor error fue confiar en mi redención.」 ◊Tras la corrupción del cristal, la traición de Leiftan y varios miembros de la Guardia, Aerye comienza a replantearse todo lo que le fue instruido en ese mundo. ¿Realmente la Guardia de Eel es la buena...