Capítulo X: Confesiones.

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Un concepto tan subjetivo como normalidad había llegado a la Guardia, o al menos parcialmente. Ambos líderes de guardia que hace poco más de mes y medio habían estado inconscientes estaban, pues... bien. Realmente lo único que les quedaba era sanar completamente las heridas provocadas por la batalla, sobre todo las fracturas. Eran rápidos de sanar, y aunque Valkyon era completamente paciente, Nevra se estaba convirtiendo en un total dolor de cabeza.

Ya iban dos veces que había intentado escapar de la enfermería, con la excusa de que ya se sentía bien y que estaba harto de estar ahí porque estaba haciendo demasiado calor. Sumando el hecho de que tenía que seguir con mi trabajo en la Guardia, mi investigación sobre aquellos traidores que seguían entre nosotros, búsquedas de Leiftan por todo lugar posible e interrogatorios imposibles con Lance, me estaba comenzando a volver loca.

Pero, claro, tenía que adquirir aún más problemas. ¿Qué sería de la brillante Aerye sin ningún problema?

Mi pequeño problema de salud había pasado a segundo plano en cuanto a importancia, pero ocupaba mi mente todo el día. Eweleïn había partido de emergencia a un pueblo volcánico de Eldarya, ya que al parecer hubo una erupción que afectó a la población. Por lo mismo, tuve que exponer mi problema ante otra enfermera, pero por obvias razones, me dio pena dar todos los detalles. O al menos, omití la verdadera razón por la que estaba tan preocupada. Lo único que me dijo fue que tenía que descansar y comer bien, lo típico.

Había logrado ocultarlo, o al menos el vampiro parecía no olerse nada. El hecho de que mis mareos y mis náuseas iban en aumento no hacía más que preocuparme, y por más que me quería convencer a mí misma de que si estaba así era por el estrés de mi horario, seguía teniendo miedo. Por lo mismo, decidí agendar cita para mañana, que es cuando Eweleïn por fin estaba disponible.

Otra pequeña preocupación a todo esto, es que Nevra me había pedido ir por la noche a la enfermería. Lo había notado algo extraño hoy, pero no dije nada al respecto. Después de todo, yo también había estado ciertamente distante con él, pues seguía molesta y quería una explicación que quería que saliera de él mismo. Me negaba a preguntarle, no por orgullo, sino porque era algo que le correspondía a él.

Entré a su habitación, y como siempre, traía cara de que estaba harto de vivir. Estaba leyendo, pero harto de vivir. Observé la mesita de noche al lado de él, y no pude evitar poner los ojos en blanco. Por la mañana, le había entregado unos papeles para firmar, que, aunque no eran urgentes, entre más pronto los tuviera, mejor. Por la posición en la que estaban, podía apostar todo mi salario a que no había firmado absolutamente nada. Podía asegurar incluso que ni siquiera los tocó.


—Espero que en mi ausencia hayas firmado los papeles, Nev.— cerró el libro, y su sonrisa en respuesta a como lo llamé ya era habitual. Se me había hecho una costumbre llamarlo así cuando hacía algo que me molestaba, y más que intimidarlo, parecía hacerlo reír.

—¿Podrías firmarlos tú? Te sabes mi firma.— cerré la puerta detrás de mí, y me senté a su lado como siempre.

—Sabes que no puedo falsificar tu firma.— ante mi comentario, sentí como me mordía la lengua. El vampiro lo notó, y simplemente soltó la carcajada.

—¿En serio crees que me engañabas? Te asignabas misiones que te interesaban haciendo uso ilegal de mi firma. Eres muy buena, por cierto.— ante la manera tan limpia en la que me expuso, no pude evitar suspirar.

—...Nadie te manda a tener una firma tan fácil de falsificar.— dejó el libro sobre la mesita, y a pesar de tener una sonrisa hace unos segundos, se puso serio de repente.

Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora