Capítulo XII: El Enemigo de mi Enemigo...

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Por última vez esa noche, me asomé a la ventana. Ya era de madrugada, pero por alguna razón, no podía dormir. ¿Por qué? Sentía ansiedad en las piernas, como si quisiera correr a algún lugar. Como supuse, no había ni un alma afuera, a excepción de uno que otro loco que, como yo, no pegaba el ojo. Hice lo posible por que la luz tenue del exterior no despertara a Nevra, quien a pesar de ya estar curado casi por completo y con el total permiso de Eweleïn para regresar a su habitación, se la pasaba todas las noches aquí.

No era que me molestara, pero era algo problemático por un pequeño detalle. Pese a que el vampiro me juraba por todo lo habido y por haber que era de lo más discreto al entrar y que nadie se daba cuenta de su llegada a mi casa, el miedo a que una sola persona se enterara me ponía bastante nerviosa. Karenn había regresado hace unos pocos días, y por lo mismo, había estado evitando al líder para no levantar ninguna sospecha por parte de su hermana.

Sabía que era muy posible que mi miedo fuera irracional. Después de todo, Karenn me había dado a entender que yo le gustaba para su hermano, pero eso había sido mucho tiempo atrás. La vampiresa había vuelto del templo de los fenghuangs y toda esta experiencia de casi muerte la había cambiado bastante, por lo que no podía arriesgarme a verla reaccionar simplemente.

Tras un suspiro, sentí como las manos de mi novio se colaban por mi cintura, su barbilla recargada en mi hombro. Acaricié sus manos, nuestros dedos entrelazándose poco después. Incluso con todos los riesgos, debía admitir que me gustaba que durmiéramos juntos la mayoría del tiempo. Mi capricho por abrazar algo mientras dormía era completamente cumplido por Nevra, sin olvidar mencionar que era un romántico empedernido hasta para dormir.


—Si me dejas durmiendo solo, me voy a morir de tristeza, ¿lo sabías?— usó su chantaje habitual, lo que simplemente me sacó una sonrisa.

—Sólo quería ver por la ventana.— mentí, pero quizás por el sueño que tenía el vampiro, ni cuenta se dio. —¿Seguro que es buena idea que te muevas con tanta imprudencia? Ewe ya te dio de alta, pero no has terminado tu rehabilitación.— se separó de mí al escucharme, mi cuerpo girándose hacia su dirección.

—¿Por qué necesito tanta? Apenas van tres días y ya me siento bien.— alcé una ceja ante su comentario, visiblemente molesta. Maldición, ¡pero sí que era un niño cuando quería!

—Si no haces la rehabilitación requerida, vas a tener una pierna flaca y chueca. ¿Quieres eso?— obviamente estaba mintiendo, pero cualquier posible ataque ante su belleza podía ser un arma para convencerlo.

—Suficiente tengo con el parche para tener también una pata de madera.— solté una carcajada al escucharlo, abrazándolo poco después. —¿Ya no tienes cólicos?— preguntó en una voz un poco más baja.

—No.— negué con la cabeza, pues a pesar de que esta vez había sido demasiado doloroso por culpa de su extrema ausencia, por fin había terminado con el martirio de ese mes.

—Sigue en pie mi oferta de quitártelos por nueve meses.— pellizqué apenas su mejilla ante su imprudencia, una carcajada de su parte procediendo a mi acción.

—Ya te dije que nuestros problemas estarán sin nombre, ¿de acuerdo?— me apretó más contra su cuerpo, besando mi cabello.


Nos quedamos así por un largo rato, el vampiro dirigiéndose a la cama conmigo abrazada. A diferencia de mí, el líder de Sombra había tenido que regresar con urgencia a sus actividades cotidianas. Supervisaba a los reclutas, ya era completamente responsable de su papeleo y tenía que ir a absolutamente todas las juntas, sin olvidar que tenía que encargarse de ordenar a los grupos que iban en búsqueda de fragmentos del Cristal.

Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora