Capítulo XIX: Sinceridad.

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La llegada del vampiro no me había tomado realmente por sorpresa. Sabía que tarde o temprano llegaría el día en que tuviéramos que hablar, y estaba dispuesta tanto a desahogarme como a escucharlo. Abrí la puerta lo suficiente como para que pasara, ignorando el posible hecho de que alguien lo viera entrar a mi casa.

Mucho se especulaba de nosotros; había gente que casi podía jurar que todo esto de que teníamos algo era una mentira y hasta una estrategia para que dejaran a Nevra enfocarse en su trabajo como líder de guardia. Otros, por el contrario, seguían insistiendo en una historia que era tan dramática que apenas podía creérmelo. En resumen, yo tenía dos meses de embarazo, y el vampiro no se había querido hacer responsable, por lo que estábamos distanciados, pero a la vez no, ya que él no se quiso hacer cargo porque resulta que el hijo es de otra persona.

Aun así, nunca me tomé nada en serio. Las personas habían hablado de nosotros desde el momento en que comenzamos a ser un poco más cercanos, así que no me sorprendía ni me disgustaba del todo que el tema siguiera en pie.

Nevra se quedó en completo silencio, sentado en la sala como niño regañado. Estaba serio y muy derecho en su lugar, inspeccionando con una mirada llena de confusión a mi gato que había decidido hacer acto de presencia, para después desaparecerse del miedo que le había provocado estar frente a un vampiro. No sabía si los animales se podían dar cuenta de esas cosas, ya que, para empezar, yo no era una humana. Tenía todas las características físicas, sí, pero no era humana.

Ante su silencio, decidí ir por dos vasos de agua a la cocina, sin siquiera preguntarle si quería. Esperaba que no creyera que mi plan era envenenarlo y por eso le ofrecía un vaso de supuesta agua, pero coloqué el vaso frente a él, esperando de nuevo que dijera otra cosa aparte de su petición para entrar a mi casa. Era algo tenso estar frente a él después de todo este tiempo, sobre todo porque nuestros encuentros habían estado limitados a los entrenamientos y misiones de la Guardia.


—¿Entonces?— fui yo quien rompió el silencio. —Te recuerdo que no tengo telepatía, así que no puedo comunicarme en silencio.— me volteó a ver como pidiéndome que le leyera la mente, pero al final, suspiró.

—Pues... ya sabes que salí con Edwin.— era algo extraño escucharlo mencionar el nombre de mi padre con tanta familiaridad. —Resulta ser que es una persona mucho más perceptiva de lo que me imaginé. Dentro de todo, me dijo que ya sabía que estábamos... casados.— sentí como se me oprimió el pecho por un instante.

—¿...Qué?— sentí como mis piernas cedían por un instante, por lo que tuve que sentarme. —¿C-Cómo es que se enteró? ¿Tú le dijiste algo? ¿O fue mi mamá?— el hecho de que fuese posible que mi madre estuviera al tanto me ponía incómoda. Ante mis preguntas, negó fervientemente con la cabeza.

—No, yo no dije nada... fue lo primero que me dijo, de hecho. Después de un silencio incómodo, me soltó un sé que están casados, me lo dijo Feng Zifu.— suspiré ante la respuesta. ¡Sabía que no podía confiar en él! Aunque, en parte, tenía razón de decirle. Lo que más me perturbaba de esto es que es posible que mi padre tenga cierta alianza con los fenghuangs, mi actual de investigación.

—Pero, ¿qué no destruiste el acta?— refunfuñé, recordándole lo que me había dado a entender. —Según yo, ya no estamos casados porque hablaste con Huang Hua.— recalqué con cierto dolor en mi voz, negándome a verlo a la cara.

—¿Quién diablos te dijo semejante mentira?— se acercó a mí, pero yo me alejé. Sentía un nudo en la garganta, recordando la pelea que había provocado que nos dejáramos de hablar y que estuviéramos separados. —Aerye... yo no podría hacer eso. Incluso si me lo pidieras, no podría destruir el acta.— lo observé por un momento, tragándome las lágrimas.

Re;Growth [Eldarya] (Re;Birth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora