Prólogo

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Las excusas que uno mismo 

Se pone son los límites que

Abarcan en nuestra vida.

***

La playa. 

Estaba deslumbrada por la diversidad de colores que se podían apreciar en el gran cielo, grandes intensos tonos de naranja, morado y rosado, aun quedaban rastros del azul que adornaba el cielo en el día, este dejaba el paso abierto para la oscuridad de la noche. Allí me encontraba, descalza con los pies en la arena, escuchando al oleaje que iba y venía, el cantar de las gaviotas, las rocas que se podían divisar el fondo del lugar, cuanta maravilla, todo parecía en gran armonía, como si todo bailara a un compás de una melodía perfecta.

-¿Estas lista?

Me giré y fue cuando lo vi. Allí estaba la persona que siempre esperaba, que me traía loca, la persona a quien amaba. Hacía que el cuerpo se me estremeciera con solamente escuchar su voz y, con solo ver sus ojos color verde, sentía esas maravillosas mariposas en el estómago. ¡Maldición! Me tenía atrapada, presa de ese sentimiento, de esa dependencia por él, por su aroma, por el roce de su piel con la mía, sus besos y caricias, por la protección que me brindaba en cada abrazo que me ofrecía; él lo tenía todo, todo lo que necesitaba y me hacía falta.

-Es hermoso, ¿no te parece? – Gire para verlo. Amaba tenerlo cerca de mí, sentía que su presencia poco a poco me consumía, me quemaba por dentro, esa necesidad de tenerlo todo para mí, de que me perteneciera y yo pertenecerle a él.

Él sonrió, su sonrisa era mi gran debilidad. – Es perfecto, - dirigió su mirada al gran crepúsculo que se presentaba ante nosotros – pero es así porque tú estás en él. –Allí estaba, su mirada perdida en el paisaje pero con una gran sonrisa y de sus ojos irradiaba felicidad.

El latir de mi corazón iba a mil. Sentía como el rubor de mis mejillas se intensificaba. Dios, lo amaba muchísimo.

-Ale, – Me sacó del trance en el que estaba – ya es hora de volver. – Su mirada se posó en la mía, yo estaba reflejada en ellos, se podía observar la luz tenue que dejaba el sol antes de ocultarse en su totalidad. Él se dirigió al carro y yo me tome un minuto más para volver a mirar el rastro que dejó ese atardecer, para guardar en mis memorias ese olor agradable, la brisa playera, sus colores y a él, ese color de ojos que jamás podría olvidar.


***

¡Hola!

Bien, esta es mi primera historia, llevo tiempo con la idea y decidí empezar a compartirla.
Espero que le den una oportunidad, y la disfruten mucho.
No olviden comentar, todos los comentarios son bienvenidos, votar y compartir la historia.

Love, V.

¿Cómo saber sí es el chico correcto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora