Capítulo 23

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Maratón (3/3)

Narrador omnisciente.


El frío era cada vez peor pero eso no la iba a detener, ella amaba las puestas de sol y más cuando se encontraba al aire libre.

Se sentó en la banca que se encontraba en el jardín de su casa, respiro profundamente, llenando sus pulmones de ese gran aroma a pino fresco. Tomó su libreta de bocetos y sus acuarelas, le gustaba el efecto que dejaba en el papel plasmado.

Espero, espero que el cielo se tornara naranja, rojo y amarillo, dejando un gran espacio a la oscuridad de la noche. De pronto, pensó en él. Su piel morena y sus hoyuelos, su gran sonrisa y esa aptitud de sabiondo, lo extrañaba. Deseaba volver a verlo pero eso no sería posible, no en ese momento.

-¿Qué estas haciendo? -Su padre se sentó a su lado, observando su libreta.

-Espero al atardecer. -Comentó ella.

-Hace mucho frío, ¿no crees? -Preguntó. Ella asintió. -Tu hermano llamó, quería saber cómo te encontrabas.

Ella lo observo por un momento, apretando ligeramente la libreta a sus piernas.

-Estoy bien. -Respondió. -¿Cómo le va con su esposa? -Preguntó.

Su padre se encogió de hombros.

-No hablamos mucho del tema, me preguntó más por mamá y por ti. -Respondió.

-¿Vendrá pronto? -Preguntó.

Él negó.

-Al parecer la compañía tiene mucho por atender. -Pasó una de sus manos por su boca, al parecer trataba de quitarse la frustración o el mal sabor de la boca. -Tal vez para diciembre pueda venir.

-Esta bien. -Comentó.

Hubo un silencio, el viento soplaba entre ambos, haciendo que algunos escalofríos fueran notorios.

-¿No deberías estas ayudando a la abuela con la comida? -Preguntó.

-Ya adelantamos un poco. -Respondió sin muchos ánimos, él siempre buscaba la manera de pasar tiempo con su hija pero, ella no se abría. -Haremos pastel de manzana, ¿te gustaría?

Ella asintió.

-Eso estaría bien. -Respondió con un poco más de entusiasmo, le gustaban los postres que hacía su abuela.

-Bien. -Su padre se acercó un poco, tomando la cabeza de su hija para luego darle un pequeño beso en la coronilla. Acto seguido, se levantó y comenzó a caminar hacia la casa.

Ella arrugó la nariz, era de muy poco afecto pero lo apreciaba de cierta manera, eso le daba a entender que se preocupaban por ella y que la querían, que no lo habían dejado de hacer.

Volvió a concentrarse en el atardecer, pronto estaría en el punto que más le gustaba. Tomó nuevamente la libreta y la abrió, su apertura siempre llevaba a la misma pagina, al mismo dibujo y al mismo recuerdo. Ella sonrió.

"-¿Qué es? -Preguntó.

Él se acercó, amaba su sonrisa.

-Es algo en lo que estuve trabajando. -Respondió. -Se que te servirá de mucho.

Ella tomó el papel entre sus manos, lo observo detalladamente.

-¿La muerte es tan buena que te deja vivir? -Preguntó, leyendo el texto del dibujo.

Él asintió con una sonrisa.

-Vaya, eso no me lo esperaba. -Llevó uno de sus mechones de cabello atrás de su oreja.

¿Cómo saber sí es el chico correcto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora