Capítulo 40

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Especial (3/4)



03:00 pm.


Alex seguía sentado en el sofá de la sala. Margaret se había marchado hace poco porque tenía una cita en un spa y Jhon, se había encargado de buscar a Ale pero no regresaría a casa, le había prometido a su madre que esa noche estaría con ella.

Por ahora, seguía solo y sumido en sus pensamientos.

Desde que había llegado, no le había dedicado tiempo a su hermana o a la casa. Solía reprocharle las cosas que estaban mal, el como estaba vistiendo o incluso su constante bostezo.

Sabía que a la gemela no le molestaba que pasara tiempo con su amiga así que aparto ese pensamiento. Ale no era celosa, ella se encontraba feliz porque su hermano por fin había encontrado a ese alguien.

Pero, aún así, ¿qué pasaría en la cabeza de su hermana?

El sonido de las llaves le llamó la atención así que se levantó y se dirigió a la puerta de entrada.

Se abrió la puerta despacio.

Mostró a una joven de cabello revuelto, de baja estatura y de pronunciadas ojeras. Mantenía la cabeza baja y el semblante neutro. Cerró la puerta tras si y suspiró. Abrió los ojos y se sorprendió al ver a su hermano.

-Hola. -Sonrió de lado.

-Ey. -Levantó una de sus manos e imitó el mismo gesto. -Sabes, -Carraspeó. -la verdad es que...

-Dejalo. -Le interrumpió. Esta vez, no quería una disculpa o un abrazo, no quería nada que viniera de él. No ese día.

-Ale, de verdad, yo...

-Que lo dejes Alex. -Le interrumpió tajante. Posó sus ojos en los del gemelo y lo observó por un instante. Si, era su hermano y lo amaba con el alma pero, en ocasiones, era un dolor de culo. -Terminaré la cena. -Pasó por su lado y se dirigió a la cocina.

Volvió a encender el horno, buscó los vegetales que quedaron picados y que de seguro Jhon los habría guardado en el refrigerador. Tomó nuevamente el cuchillo, la tabla y empezó a picar las papas.

Alex se posó en la pared de la cocina y la observó. Por primera vez, su hermana guardaba silencio, se encontraba distante y sumida en sus pensamientos. ¿Tanto le había molestado lo que dijo?

-¿Podemos hablar? -Le preguntó.

Ale levantó un poco la mirada, suspiró y siguió en lo suyo.

-Pulga, ¿podemos hablar? -Insistió.

-¿Sobre exactamente qué? -Cortó el último pedazo de papa y dejo el cuchillo de lado. -¿Para seguir cuestionando mi manera de vivir o por mi cabello?

-Oh, vamos. Eso fue una broma. -Relajó los brazos y se acercó hasta el mesón.

-No. -Le señaló. -Esta vez, lo volviste a hacer. -Frunció los labios. -Tus malditos pensamientos no se han ido. Sigues creyendo que estoy mal, que sufro de trastornos de bipolaridad, que veo gente muerta o inventó cuentos raros para llamar la atención. -Inquirió. -Es lo que crees, ¿o me equivoco?

¿Cómo saber sí es el chico correcto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora