Capítulo 34

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La semana había sido un completo y rotundo desastre, los profesores no dejaban de asignarles tareas y el frío era peor al pasar los días. Los exámenes no les dejaban tiempo y, el poco que tenían, lo usaban para descansar o para prepararse para el siguiente.

-Maldición, nadie me había dicho que esto sería así. -Coral se apoyo en la banca que estaba cerca, dejando que su cuerpo cayera ruidosamente.

-¿No te dolió? -Ale frunció un poco el entre cejo.

-¿Sinceramente? -Suspiró. -Me importa un culo, -Respondió con fastidio. -no hay peor dolor que el que tengo en mi cabeza.

Ale rió por lo bajo, ver a su amiga en aquel estado de dramatismo le resultaba gracioso. Habían pasado toda la semana estudiando para la prueba que daría Hurtado. El viejo era sumamente exigente, demasiado para la edad que tenía pero, no negaban que era un excelente profesor. Un dolor de cabeza necesario.

-Uhm. -Carraspeo un poco, llevando la manga de su suéter favorito a la comisura de sus labios. -¿Cómo van las cosas con Alicia? -Preguntó.

-¿La verdad? -Volvió a preguntar, esta vez con fastidió. -No se que este haciendo, entra y sale de la casa. -Negó. -Es el milagro más milagroso que existe. -Alzó ambas manos e hizo unas comillas al aire.

Ale inclinó un poco su cabeza y esbozo una pequeña sonrisa. Coral había dado todo por aquella semana, su beca (y era algo que muy pocos sabían que ella tenía) se encontraba en juego y ella no quería que Sophia gastara. Estaba exhausta por múltiples cosas, incluyendo la situación con su mejor amiga.

Alex, increíblemente que fuera, la animó a que probara algo distinto y sacara provecho de ello. Coral había optado por un trabajo no muy lejos de casa, en una de sus boutique favoritas pero aún esperaba la famosa llamada.

-¿Sabes? Después de esto, necesitare uno de esos chupitos de colores extraños. -Comentó.

-¿Esos que dijiste que no volverías a tomar? -Levantó una de sus cejas.

-¡Bingo! -Exclamó, alzando su brazo izquierdo, apuntando directamente al cielo. -¡Esos mismos son!

-¿Ya están listas? -Stella se incorporaba en el lugar. Llevaba un suéter de flores, unos jeans azules y unas converse blancas, su cabello iba sujetado en dos coletas y sus hermosos ojos iban adornados con una grandes ojeras de color lila. Las ojeras de Stella eran cada vez peor.

-Sigo diciendo que quiero un chupito. -Comentó Coral. Su cabeza estaba hacía atrás, sus risos dorados estaban esparcidos por la banca y sus ojos se encontraban cerrados.

-¿Chupito? -Stella frunció el ceño.

-Alcohol. -Respondió Ale. -¿Nos vamos ya? -Preguntó.

Stella asintió.

-¿Para dónde vamos? -Preguntó Coral, aún con sus ojos cerrados.

-Stella quiere ir por unas acuarelas. -Ale se acercó hasta donde estaba ella. -¿Quieres venir?

-¿Y quedar aquí postrada, congelarme y que mi hermoso cuerpo sea deborado por los buitres? -Preguntó Coral. Segundos después, ya se había levantado y sacudido su falda de invierno. -Vamos por las acuarelas. -Caminó con paso decidido para luego mostrar las llaves de su auto. -¡Yo conduzco!

Stella y Ale se observaron y asintieron, su pensar para ese día era tomar el bus pero, ya que Coral se había unido, era mejor ahorrarse aquel dinero.


°


Coral conducía por la ruta 8, esa las llevaba a las afuera de la ciudad. A unos quince minutos exactamente se situaba un pequeño pueblo, lugar donde Stella decía que preparaban la mejor pintura e hizo énfasis en que la necesitaba para terminar su proyecto final de arte.

¿Cómo saber sí es el chico correcto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora