Capítulo 18

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Especial.

Contenido explicito.

Unos días antes del viaje.


"Me llama su ángel pero le gusta más jugar con mis demonios."

David Sant.


Sus besos viajaban por todo mi cuello, aquello era estar dentro del mismo cielo, tal vez era el mismísimo infierno, no importaba, me gustaba sentir ese fuego dentro de mi.

-Alex. -Pronuncie. Sus manos viajaban por mis piernas, él sabía donde debía tocar, era imposible no gemir.

Sus besos subieron hasta mi mentón, rozó mis labios, beso mis mejillas para luego despegarse un poco de mi. Mojo su labios seductoramente, trague grueso.

-¿Qué sucede? -Sus ojos grises reflejaban un brillo particular. -¿El ángel tiene miedo? -Preguntó con diversión.

Me abalancé hasta él, lo necesitaba, necesitaba saciar mi deseo de él.

Alex me tomo por las piernas, alzándome y haciéndome enrollar mis piernas en su cuerpo. Acto seguido, dio una nalgada, apretando con fuerza.

-Joder. -Paso la punta de su lengua por mis labios.

-Me gusta más que juegues con mis demonios. -Lo mire divertida. Me posicionó en cima de la mesa de noche de mi habitación, los besos subían de tono. Alex tenia un cuerpo perfecto, la definición de dios griego quedaba corta. Sus manos subieron, viajando por debajo de mi blusa.

-Me gusta como se te eriza la piel. -Sonrió en medio del beso, sus dedos rosaban levemente debajo de mis senos.

-Hazme tuya. -Pronuncie en voz baja.

-No lo dudes, ángel. -Sonrió.

Quito mi ropa con desesperación, dejándome solo con las bragas. Hice lo mismo con él, quite su suéter y su camiseta, observe como sus entradas estaban muy bien definidas, al igual que su abdomen. Sus jeans se encontraban con la bragueta abajo, dejando ver el elástico del boxer y el color negro de los mismos, hacia resaltar su piel.

Volvió a cargarme, dejándome con cuidado en la cama. En ningún momento se separo de mi, sentía que el aire me empezaba a hacer falta, todo mi cuerpo temblaba, hacia mucho tiempo que no me sentía en las malditas nubes.

Alex se levantó, su pecho subía y baja con rapidez. Bajo un poco más sus jeans, dejando su boxer completamente a la vista.

-Jesús. -Pronuncie, su gran erección era notoria.

Él rió, se inclino, quedando a la altura de mis pechos; acto seguido, llevó uno de ellos a su boca.

-Ahhh. -Gemí, me gustaba cuando hacía eso.

-Son rosados. -Bromeo mientras miraba mis pezones. Los tomo con delicadeza. -Caben perfectamente en mis manos.

-¿El tuyo es igual? -Pregunté.

-¿Quieres averiguarlo? -Enarcó una ceja.

Reí. Él era increíble, habíamos estado varias veces juntos y nadie me había hecho sentir de esa manera.

Pude observar como llevó su mano hasta mi feminidad, dando pequeños movimientos en ella.

-D-Dios. -Pronuncie, enarque un poco mi cuerpo. Tomo mi braga, haciéndola de lado; acto seguido, se introdujo en mi. -¡Dios mío! -Exclame.

Él sonrió con algo de malicia y diversión.

Su penetración empezó lenta, el vaivén de sus caderas era un maldito poema.

¿Cómo saber sí es el chico correcto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora