No todos los seres humanos son iguales. La mayoría de omegas prefieren ser protegidos por un alfa. Izuku quiere cambiar su cruel destino ya que no quiere convertirse en una máquina de parir cachorros, sin embargo, en su camino se cruza un alfa que a...
No recordaba cuanto tiempo llevaba siendo un criminal, sus recuerdos eran borrosos, lo que era beneficioso en cierta parte, sin embargo, eso también le había hecho dañar a sus hermanos y a otras personas a las cuales quería. Tomura era uno de ellos. No lo había visto desde que se había decidido a cambiar por influencia de su madre y ahora, cuando por fin había conseguido la dirección en la que se encontraba viviendo el omega, sentía nervios acumulándose en su estómago. Lo había contactado un par de días antes y aunque Shigaraki no le dio mucha información, supo que había algo importante que tenía que enseñarle, lo que no significaba que hiciesen las pases en la tóxica relación que tuvieron tiempo atrás.
No tuvo que tocar la puerta del deteriorado lugar ya que la misma se abrió bruscamente, mostrando al adulto de cabello celeste con una expresión de molestia estampada en su rostro. Este examinó con la mirada a Touya por unos segundos antes de volver a entrar y poco después salió con un viejo bolso lleno de lo que posiblemente era ropa y un niño de unos cinco años, muy parecido al omega.
-Ahora es tu responsabilidad- fue lo único que dijo antes de empujar al niño hasta el adulto de cabello rojo y antes de volver a entrar, dejó el bolso en el suelo. -Su nombre es Takeo- -¿Qué hago...?- no pudo terminar la frase cuando la puerta se cerró.
Soltó un suspiro antes de mirar al niño, el cual se encontraba callado mirándolo fijamente. No podía deducir si realmente era su hijo, pero ambos tenían los mismos ojos azules, aunque la verdad la vista de Touya estaba algo deteriorada por las quemaduras en la zona de sus ojos y posiblemente Tomura le había encajado el hijo de otra persona.
-Venga, no nos quedemos parados aquí- comentó finalmente, extendiéndole la mano al pequeño. Este la tomó y Todoroki pudo notar que este llevaba guantes en ambas manos, por lo que supuso que había heredado el quirk de Tenko y utilizaba aquello para no desintegrar nada. -Mira, no tengo casa propia porque vivo en un hospital mental con mi madre, pero los fines de semana suelo quedarme en casa de mi hermano, creo que podrás quedarte unos días ahí mientras consigo un lugar donde podamos estar-
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-La mente de Touya está muy dañada y lo sabes, ¿Cómo crees que reaccione cuando le digamos que Reiko es su hija? Podría empeorar- Natsuo frunció el ceño. No le agradaba la verdad, pero ellos tres se habían metido en ese lío hace unos años y por eso Toshio se había embarazado. -Cada día se parece más a él, ¿En serio crees que nadie se dará cuenta?- el omega se cruzó de brazos, alzando una ceja. -Podemos decir es sus rasgos son heredados de mi padre o algo parecido- bufó, sin convencerse de su idea. No sabía que opción era peor. -Pon una foto de tu hermano cuando era un niño pequeño a lado de Reiko, ¡Son completamente iguales!- exclamó el joven de ojos verdes, moviendo sus manos dramáticamente. -Y aunque mientas ahora, cuando crezca podría parecerse mucho más, incluso podría heredar su quirk, es más, podría resultar con quemaduras parecidas a las que Touya tiene por la constante exposición al fuego-
Ambos se quedaron en silencio cuando escucharon la puerta. Alzaron una de sus cejas al mismo tiempo cuando notaron un aroma desconocido, sin pensar nunca que Touya aparecería con un niño pequeño.
-Touya, ¿Quién es él? No me digas que...- Toshio se acercó al niño, agachándose para quedar a su altura, examinándolo. -No estoy completamente seguro, pero tal parece que es mi hijo- contestó quitándose los zapatos en la entrada. -Lamento tener que pedirles más, pero ¿Podrían cuidarlo mientras busco un lugar en el que podamos vivir? No puedo tenerlo en el hospital- -No creo que sea buena idea- respondió Natsuo, llegando a lado de su pareja. -Podría dejarte mi departamento en Fukaya, es un poco lejos, pero hay una escuela muy buena cerca...- el albino colocó una mano sobre el hombre del omega, lanzándole una mirada que Kurosawa no supo si identificar como "deja de presumir tu dinero" o "deja que él se esfuerce por su cuenta". De todos modos siguió hablando. -No tengo necesidad de cobrar tu estadía ahí, con la única condición de que no vendas mis cosas para comprar tus pastillas- -Eres de mucha ayuda, Shio- Natsuo comenzó a sentirse algo celoso por el cariñoso apodo, él no tenía ninguno para su novia y madre de sus hijas. -Bien, bien, pueden pasar la noche aquí, mañana los llevaremos- se cruzó de brazos, con una mueca de molestia. -Muchísimas gracias- el pelirrojo se inclinó, inclinando al pequeño también con una de sus manos sobre la cabeza de este. -Por cierto, Tomura me dijo que se llama Takeo, es todo lo que sé de él- -Si es tu hijo deberías intentar crear algún vínculo con él- Toshio acarició una de las mejillas del menor. -¿Te gustaría comer unas deliciosas galletas, pequeño Takeo?-
La joven de cabello rosa tomó en brazos al niño, guiándolo a la cocina mientras le hablaba tiernamente para eliminar su mueca de incomodidad. Cuando se perdió en el pasillo, Natsuo enfrentó con la mirada a su hermano.
-Tienes suerte de que Toshio sea una madre cariñosa, pero no voy a permitir otro hijo tuyo en mi casa- soltó. -¿Qué?- -Ya me oíste- le dio la espalda, comenzando a caminar. -No creas que podrás largarte con mi mujer, todavía no te perdono por intentar marcarla-
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Era un padre terrible, pero posiblemente mejor que Tomura porque Takeo había comenzado a sonreír de vez en cuando, sin embargo, nunca estaría a la altura de Natsuo. Ni para cuidar de Takeo, ni para cuidar de Reiko, por tal razón, decidió guardar aquel secreto, prometiendo no involucrarse con la pequeña, a la cual debería tratar como su sobrina y no como su hija. Desde que le había prometido a Toshio no volver a tomar pastillas sentía como todo a su alrededor cambiaba. Intentaba aparentar sanidad ante su hijo, pero se estaba volviendo más loco de lo que ya estaba. Habían días en los que sentía que se arrancaría la piel del dolor que le provocaba su dinámica al adaptarse a la biológica, tanto que su celo se había vuelto impredecible y llegaba en los peores momentos.
Tenía la temperatura altísima, pero no podía dejar a su hijo abandonado en la escuela. Si no hubiese abandonado la Liga de Villanos podría haberse "apareado" con uno de los muchos con los cuales lo había hecho y eso habría solucionado ese maldito problema de omega hormonal. Recordaba haber vendido su primera vez por una enorme cantidad de dinero luego de escapar de los maltratos de Enji y pensó en que tal vez podría engañar a alguien para conseguir más dinero. Golpeó su rostro un par de veces para quitar esos pensamientos de su cabeza, si quería cambiar debía olvidar todas esas malas costumbres.
Tal vez debería abandonar su fachada como Dabi y simplemente conformarse con ser Touya, aquel omega enfermizo que era feliz con la más mínima muestra de cariño de su progenitora. Quería volver a ser el orgullo de su madre.
Y si fuese posible, olvidar todas las manos que alguna vez tocaron su cuerpo a cambio de dinero.
-Ta...keo...- balbuceó, cayendo apoyado en una pared, siendo incapaz de dar un paso más.
Su hijo era su salida de ese mundo. El pobre había sufrido peores cosas que él en su infancia y no quería repetir el ciclo.
Debía renacer de sus cenizas como un fénix. Más fuerte y mejor que antes.
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