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Han pasado días, ¿y Felix? Estaba bien, solo que un poco decepcionado... de sí mismo.

¿Cómo pudo ser tan iluso? Llegó de un país, conoció a un chico y se enamoró de él más rápido que la velocidad de la luz.

Bueno, no tan así.

El chico lo engañó, lo usó y lo hizo sentir triste. Pero Felix, en vez de hacerle frente a los problemas, huye de ellos. Ahora mismo, hacía sus maletas para irse de vuelta a Australia, a casa de sus abuelos.

Como excusa usó un "olvidé algo en Australia y debo ir por él", ingenioso, Lee Felix.

No sabía realmente qué llevar, así que tomó un par de prendas de ropa y las metió en la maleta que estaba arriba de la cama.

Sus padres se habían ido de viaje, volverían mañana, y por supuesto, no se despidieron de su hijo.

-

Luego de dos largas horas, tiene su equipaje listo y va rumbo al aeropuerto.

Llegó después de 15 minutos, en dos minutos su vuelo saldría rumbo a su país natal. Tuvo que correr al segundo piso del lugar y esperar en la entrada del túnel.

Por curiosidad, se acercó hasta la baranda de cristal para ver en el piso de abajo a alguien muy familiar. Entrecerró sus ojos y vio que era Minho, su boca podría haberse caído de tanto que la abrió por lo sorprendido que estaba.

Minho buscaba a alguien con desesperación, ¿pero quién? Lo descubrió cuando hicieron contacto visual, desde lejos Felix pudo ver las lágrimas cayendo por las mejillas del mayor, pudo ver el brillo en sus ojos, el cuál desapareció rápidamente cuando una voz femenina dijo "Está por salir el vuelo a Australia, pase por el túnel número dos" por un altavoz.

El australiano tomó su maleta, vio por última vez a Minho y se dió vuelta para irse.

Pero antes de entrar al avión, sintió una mano sobre la suya.

– Felix...– El mayor estaba llorando desconsoladamente, quién lo diría.

– Tengo que entrar, Minho.– Dijo sin darse vuelta.

– No, por favor, quédate conmigo– El pelinegro respiraba agitado, porque no es fácil subir corriendo una escalera con miles de escalones.

El rubio lo pensó un poco, se dió vuelta para verlo y aún seguía llorando.

– Juro que no te usé.

– Lo sé.

A Minho le sorprendió eso, ¿lo sabía? Es increíble, ¿y por qué se alejó?

– ¿Y por qué me dejas?

– No te dejo, Minho. Sé que no me usaste por celos, sino por aburrimiento o algo así.– El mayor lo veía confundido.– No quiero nada contigo, sé feliz con Jisung, se ve que sí lo quieres.

Soltó la mano de Minho, tomó su maleta.

– Adiós, Minho.

Le dió un último vistazo y entró al avión sin más vueltas. Ignorando las suplicas del coreano, quién en ningún momento dejó de sollozar.

Ya no iba a sufrir más, Felix merece vivir en paz, sin enamoramientos ni decepciones.

Rain [MinLix] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora