35

2.4K 191 17
                                    

—Cierra los ojos.

Desliza el pincel por mi párpado móvil. Luego coge el lápiz para dibujar la raya del ojo.

—Mira hacia arriba.

Un peine tiñe a la vez que riza mis pestañas.

—Ahora vamos a dar color a los labios ―anuncia y se detiene largo rato en ellos, perfilándolos, pintándolos e hidratándolos con un bálsamo que les ofrece un brillo adicional.

Me peina retirando el pelo de mi cara para recogerlo en un elegante moño.

Me levanto y me calzo los zapatos rojos que me ofrecen. Tienen los dedos al descubierto, además de una hebilla brillante que se anuda al tobillo.

Levanto los brazos y les dejo deslizar el vestido rojo por la longitud de mi cuerpo. Es muy bonito. Lo observo mientras ajustan el escote palabra de honor a mi pecho, luego recolocan la suave tela sobre mis caderas, intentando que las costuras ocupen el lugar invisible que les corresponde. El corte de sirena se ciñe a mi figura, en otra ocasión lo hubiese desechado por considerarlo demasiado llamativo, ahora simplemente me da igual. Incluso iría a la fiesta completamente desnuda si con eso pudiera traerme a Marcello.

—Está lista.

Ahora sí, me giro para contemplarme en el espejo. Han hecho un trabajo increíble conmigo, cuidando todos los detalles, disimulando los defectos y realzando aquellas zonas que, según ellos, no debo ocultar.

Cojo mi bolso de cóctel y recorro la habitación a paso ligero. Llego al comedor, Antonello se levanta de un salto en cuanto me ve. Su rostro pálido a la vez que cansado me estremece.

—He venido a informarte de los detalles ―aclara.

Asiento con la cabeza y le hago un movimiento con la mano, invitándole a sentarse en el sofá. Yo hago lo mismo.

—Aquí tienes tu invitación —extiende un papel en mi dirección, lo cojo sin dudar y lo despliego.

—Angelina Mussi —digo sorprendida.

—Sí —se encoge de hombros—, para mayor seguridad creímos conveniente crearte un nombre falso, por si alguien te reconoce.

—Está bien —acepto sin darle mayor importancia.

—Quiero que tengas muy presente que Ingrid Montero no está ahora en esta habitación y no va a acudir a la fiesta, lo hará Angelina Mussi. Angelina es la reencarnación de uno de los iconos cinematográficos más influyentes del siglo XX. Tiene el poder de seducción de Ava Gardner. Sabe mirar a los hombres directamente a los ojos, es plenamente consciente de sus puntos fuertes y los emplea para alcanzar sus objetivos. Métete en su piel, piensa como ella y actúa como ella.

Cierro los ojos e inspiro profundamente.

—Al llegar a la mansión entrega la invitación a los guardas de seguridad que hay en la puerta, te harán pasar por un detector de metales; en cuanto constaten que no llevas nada, podrás entrar en la sala —hace una pausa—. Pero no por eso vamos a dejarte desprotegida. Toma esto —me entrega una especie de bolígrafo sujeto a una cinta adhesiva—. Ocúltalo, en realidad es un arma. Contiene un veneno que al clavarlo sobre la piel deja los músculos agarrotados, no podrán moverse, ni seguirte durante al menos un par de horas, tiempo suficiente para ponerte a salvo —sus ojos se desvían incómodos—. No es que tengas que utilizarlo, es solo por si acaso.

Clan LucciDonde viven las historias. Descúbrelo ahora