Capítulo 4.- "No voy a dejar que esta porquería me domine"

180 7 0
                                    


JUNGKOOK

Son casi las cinco de la tarde y aún me estoy debatiendo entre si ir a verla o no. He conseguido la dirección de su taller mecánico y me muero de ganas de ir. En realidad, no tengo motivos para aparecer por allí, pero quiero hacerlo. ¿Eso me hará lucir como un idiota? Es sábado, no hay realmente una justificación. Si quisiera decirle algo, podría esperar hasta el lunes en la universidad...

A la mierda.

Me lanzo escaleras abajo y prácticamente corro hasta el garaje. Tomo mi motocicleta y salgo del terreno de la casa de mis padres antes de que lo piense nuevamente y me arrepienta. Siento la brisa húmeda y su nombre palpitar en mi pecho. ¿Por qué mierda ocupa todos mis pensamientos?

Ni siquiera me doy cuenta que ya estoy entrando por la calle de su local. Me detengo. Las ruedas chirrean sobre el asfalto. El taller mecánico: La Perrera. Es un sitio amplio con solo una pequeña construcción al fondo plagada de grafitti. El resto es solo un terreno amplio sin nada más que grava gruesa y piso de concreto. El portón está abierto, así que entro. No parece haber nadie ni nada, salvo un camaro azul. De igual modo, no quiero que nadie me vea. No puedo ser visto yendo a buscar una chica cuando nunca lo he hecho.

Sin embargo, aquí estoy como todo un imbécil. Necesitando verla. Mierda. Estoy peor de lo que imaginaba.

Asomo la cabeza por la pesada puerta de metal que da a una pequeña "oficina". La veo allí sentada, en un sofá marrón gastado frente a un escritorio. Está toda encorvada. Concentrada en la libreta y escribe con rapidez. Alado tiene un par de libros subrayados. Su cabello azul se extiende por la espalda y algunos mechones reposan sobre la mesa. Se humedece los labios. Procuro no hacer ruido al entrar. Me acerco lentamente hasta apoyarme en la mesa que ella tiene delante. Cruzo las piernas y mis brazos sobre mi pecho. Es entonces cuando se da cuenta de mi presencia.
Frunce el ceño y me mira de arriba abajo. Su mirada me recorre suave y lentamente. Demasiado despacio. Me gusta. Es el tipo de mirada que yo empleo y, hasta ese momento no había visto a nadie hacerlo del mismo modo. Aprieta los labios y ella tuerce el gesto; vuelve a examinarme. Le gusta mi cuerpo.

-¿Disfrutas la vista?- pregunto, aunque conozco la respuesta. Vuelve a humedecerse los labios. Cualquier movimiento que hace me resulta provocador. Demasiado para alguien como yo. Me es muy difícil apartar de mi imaginación escenas subidas de tono.
-¿Te gustaría verme disfrutar?-. Si pensaba que era una descarada, estoy en lo cierto. Aquel comentario me recordó demasiado a mí-. ¿Qué haces aquí?
-Daba un paseo- contesto fingiendo que no es la gran cosa. Me quedo mirando su cuerpo. Lleva una camiseta sin estampado de cuello redondo y un enterizo de mezclilla a medio poner manchado de grasa. Aun con esa ropa, se ve increíble. Paseo mis ojos por sus pechos grandes, y los tatuajes que se le asoman con el cuello y los brazos. Acabo de encontrar otro para mi lista de "Quiero pasarle la lengua". A través de su discreto escote reluce un corazón. Un sencillo corazón delgado y femenino sin rellenar. Ella da un pequeño golpe en la mesa con el bolígrafo. No le sienta bien que la mire de esa forma, pero tampoco puede quejarse. Ella ha empezado.
-Sería de gran ayuda que te fueras.
-No me apetece ayudarte. No pienso irme.
Me muestra su sonrisa amarga.
-Me da igual lo que te apetezca o no. Lárgate.
-Tengo derecho a estar aquí.
Abre la boca consternada. Suspira
-Por si no lo recuerdas, es mi taller- se está controlando y eso es exactamente lo que no quiero que haga.
Comienzo a extrañar que no utilice su prepotencia.
-¿Quién viene a recogerte?- pregunto ignorando su comentario anterior-. Escuché que tu moto se estropeó.
Hace un par de días, alguno de los amigos de JaeBum le habían hecho una trastada. Le cortaron algunos cables a su motocicleta y drenado el aceite del motor. Los amigos de _______ se habían encargado de romperles los brazos. Pero el daño estaba hecho, y la chica era tan testaruda que no aceptaba dinero prestado para repararla.
-¿A ti qué te importa?- Por su tono de voz sé que comienza a ofuscarse. Mi presencia la incomoda tanto como a mí la suya.
-No me importa, es solo que te vas a mojar- miento. Sí me importa si es SeHun quien va a ir a buscarla. Pero lo que más me molesta es verme a mí mismo mortificándome de que ________ tuviera vida sentimental. Mira la ventana y dice algo que solo ella comprende. Por el tono que usa sé que es un insulto. Seguramente masculla en español, pero no logro entenderlo. Suspira y se vuelve hacia mí.
-No sabía que el agua comiera.- Entrecierra los ojos y se le escapa una sonrisa insinuante- ¿Solo viniste a ofrecer llevarme a casa? Qué galante.
-¡Genial! Que te vaya bien con tu taller vacío- Comienzo caminar hacia la salida.
_________ resopla.
-¿Por qué siempre que estás cerca me meto en un lío?
-¡Eh! ¿Me estás culpando de la lluvia?-. Apenas va a responderme cuando su teléfono comienza a sonar. Su rostro cambia completamente frustrado. Suelta un suspiro lastimoso y se pone las manos en la cara. De inmediato me preocupo por su cambio tan brusco-. ¿Qué pasó?- Ella no me responde, pero ese mensaje parece que le ha arruinado la vida-. ¿_________?
Ella alza un dedo pidiéndome que guarde silencio. Mantiene el gesto contraído, reprimiéndose. No me cuesta imaginar qué podría haber pasado. Luego de que Jin me dijo quien era, investigué un poco. Bang _________ es un nombre popular en mi círculo cercano, no solo por ser ser La Bulldog, sino por ser el aval constante de Bang Miguel. Su padre. Miguel es un hombre en sus altos cincuentas. Lo conozco muy bien. Es igual que el resto de ludópatas que van a nuestros casinos a perderlo todo. Sus problemas con el juego no han hecho más que empeorar y su única hija es la que corre con todos los gastos. Ahora mismo tiene una deuda corriendo por la familia Oh de poco más de trece millones de wons.
-Tengo que irme de aquí- se pasa una mano por el cabello, poniéndose de pie. Me muerdo el labio contemplando su figura. No es el mejor momento para detenerme a pensar en lo buenísima que está. Me acerco a la mesa y empiezo a recoger sus libros. _________ me observa extrañada-. ¿Qué haces?- pregunta apartándome e intentando recuperar sus cosas. Retiro sus manos.
-Te quieres ir, ¿no? Yo te puedo llevar.
Ella cruza los brazos por su pecho. La lluvia se ha vuelto más intensa.
-Bueno- acepta rendida-. ¿Qué traes?-. Siento un balde de agua caerme en la cara. Mierda, traigo la Yamaha. No respondo. Ella se ríe-. Ya decía yo...- me arrebata sus cosas-. Creo que quien necesita ayuda ahora eres tú-. Trago saliva. Vaya que soy estúpido-. ¿Vienes o no, campeón?- suspiro y camino hasta ella.
Salimos de la oficina y corremos al único auto que tiene ahí aparcado tratando de empaparnos lo menos posible. No resulta mucho. Ambos tenemos el cabello increíblemente mojado. Se ve hermosa. Mete las llaves a la cerradura de un hermoso Camaro del 96 muy bien cuidado.
-¿Tuyo?
-No. Es de Suga, me lo dio para repararlo. Aprovecharé para irlo a dejar a su casa- ambos subimos al auto y ella cierra avienta sus cosas al asiento de atrás-. Perdón por mojar tus asientos de piel- le dice al auto como si este se fuera a enojar. Me hace reír. Gira la llave y arranca el vehículo. El camino es silencioso, pero por mi lado no lo siento incómodo, se puede escuchar suavemente una canción. No la he escuchado jamás. Giro a ver su perfil y me quedo completamente cautivado.
-¿Qué ha pasado?- pregunto luego de un rato.
Ella sonríe.
-Nada.
-¿Crees que soy idiota?
-Un poco- me mira. Se comienza a reír. Sonrío.
-¿Qué ha pasado?
-Me había olvidado que tengo que hacer algo hoy.
-¿Qué harás?
-¿Te han dicho que eres un chismoso?
-Algunas veces- acepto jocoso.
-Voy a ir a una asquerosa cena- brama. Luego de un corto segundo una sonrisa diferente se pone en sus labios-. No es tan malo ahora que lo pienso-. Sus ojos brillan-. Voy a que me den las llaves de mi cadena.

Negativo más negativo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora