Capítulo 9.- "Lo odio del mismo modo que lo deseo"

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JUNGKOOK

Estar en París un par de días es lo mejor que me puede pasar. Podré poner en orden mis pensamientos y de ese modo saber qué hacer cuando vuelva a Seúl. Aunque, en realidad no sé si quiero regresar. Ya no estoy seguro de nada.
Mi abuelo y yo tomamos el jet privado en el aeródromo sobre las dos de la madrugada. Es mejor viajar de noche, de ese modo no llamaríamos la atención de nadie. Mis padres creen que me voy con él a Japón a un evento de tecnología y JiMin... bueno, él no creyó ni una palabra, pero en cuanto le conté lo ocurrido con _________, supo que lo mejor es que me marche para que pueda despejarme.

Jeon Jungkook no hace todos los días el idiota de aquella forma.

Estoy solo, en el piso de abajo. Aquel salón amplio y lujoso me parece un pequeño suelo mugriento. Llevo en el avión dos horas y varios vasos de vodka. Mi abuelo duerme en el piso de arriba, refugiado en sus sábanas blancas de seda. Tal vez sueña con el acuerdo de algún negocio. Él es capaz de manipular sus sueños. Lo que diera yo por hacer lo mismo.
Estoy desconcertado. Mi cabeza da bamboleos queriendo conciliar el sueño, pero las veces que me he dormido sueño con esos ojos verdes. Así que no voy a dormir. Prefiero concentrarme en la ventanilla. Contemplo el cielo sin poder retener mis puñeteros pensamientos. Navego hasta ella. Acaricio las estrellas. Si _________ estuviera aquí, la sentaría en mis piernas y le susurraría el nombre de cada una de ellas. La abrazaría hasta que se durmiera en mi pecho y habría escuchado su respiración, la cual, seguramente es la mejor melodía del planeta. Después, me sumiría en un letargo sabiendo que ella estaría aquí... conmigo.

Mierda.
Mis pensamientos jamás han llegado tan lejos. Nunca les doy esa oportunidad. Llevo varios años viviendo aventuras desenfrenadas, y estaba contento con ello. Estaba orgulloso de la forma de vivir el amor que había elegido, porque precisamente no es amor. Eso es lo que me gusta. No hay presiones. No hay que dar explicaciones. No quiero esas obligaciones y hasta ahora lo había logrado. Pero en estos momentos, no estoy seguro. Si pienso en algo nada más despertar, es en ella.

-¿No logra dormir?- me pregunta bajito YooRa, la azafata
-Supongo que el jetlag comienza a pasarme factura- musito mirando su sonrisa.
-¿Quiere que le traiga algo?
La contemplo de arriba abajo.
Es bonita, de melena ondulada y oscura. Ojos cafés dulces y tranquilos. Su cuerpo es esbelto y pequeño como el de una garza. Se mueve coqueta, sencilla, femenina. Señalo el sillón que tengo enfrente a apenas un metro del mío. Ella asiente y se coloca en el lugar cruzando las piernas. Hacía poco que había visto aquel mismo movimiento, pero en una persona mucho más cautivadora. Humedezco mis labios. Sus piernas son delgadas y blancas.

El Jet está sumido en un profundo silencio que se alinea a la oscuridad; solo la luz amarillosa de la cabina alumbra el ambiente. Tengo la suficiente intimidad para iniciar un jugueteo. Me inclino hacia delante y comienzo pasando mis dedos con suavidad por su rodilla. Ella cierra los ojos e inclina la cabeza hacia atrás. Antes de que me dé cuenta, no tengo la chaqueta está sobre la mesilla y ella está en mis piernas. Se ríe con bastante facilidad. Intento igualar su risa, manteniendo nuestro ligoteo. Paso mi mano por su cintura huesuda y la cerco a mí. Ella me sonríe cómplice. Esto es demasiado fácil. Miro de nuevo a Yoora con ojos confiados y me acerco a ella descendiendo hasta su rostro, nuestros labios se rozan. Me besa, suave, erótica y lentamente. Me gusta, pero mi cuerpo no lo acepta como debería. Mi maldito pensamiento está en Seúl... con ella.

Deseo que Yoora sea _________.

-Puede que haga eso unas cuantas veces más- dice mientras se restriega contra mi entrepierna.
No protesto. La rodeo de la cintura y dejo que haga lo que quiera. Coloca sus dedos sobre mi hombro y juguetea en la piel de mi clavícula. Siento su mano en el filo de mi cinturón; me dejo guiar por el instinto. El calor que comenzó a recorrerme la entrepierna se extiende por todo mi cuerpo. Sus labios rozan los míos, cada vez los mueve más, intentando acapararme. Se separa ligeramente de mí, quitándome la camiseta. Me muerde la barbilla y su lengua comenzó a recorrer todo mi cuello, hasta llegar a mi lóbulo y lamerlo suavemente. Cierro los párpados y evoco imágenes de _________. Es triste y patético, pero no logro evitarlo. Los labios de esta chica me aburren, pero no me detengo.

Negativo más negativo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora