veintiséis: la unión

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Los problemas no tardaron en llegar

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Los problemas no tardaron en llegar. Tom y Marco eran los amigos incondicionales de Justin y no les gustó que ocupara su lugar, tal como lo había dicho Jordan. En cuanto Jordan se hizo a un lado, ellos aprovecharon la oportunidad para meterse conmigo.

Sucedió durante un entrenamiento a la mitad de un partido en el medio campo. Nos dividimos en dos equipos, siendo ellos del equipo contrario. Yo jugaba en mi posición de segunda delantera y mi responsabilidad era marcar goles.

En cuanto tuve la posesión del balón, busqué los espacios libres para disparar. Cuando estaba a punto de patear el balón, Marco hizo una barrida con una fuerza excesiva, que me derribó.

—¿Estás bien princesa o debería llevarte a la enfermería? —me preguntó Marco.

Tenía una sonrisa tan grande que pensé que lo hizo a propósito.

—Demonios Marco —intervino Tom—, deberías ser más considerado o no llegará al partido del sábado.

Los dos se echaron a reír.

—No necesitan preocuparse chicos, estoy perfectamente bien —dije, poniéndome de pie.

Fingí mi mejor sonrisa y regresé a mi posición.

El partido se reanudó y en mi mente solo tenía un objetivo. Le daría una lección a ese par para que no me volvieran a subestimar.

La siguiente vez que tuve el balón, me preparé para que Marco me interceptara. Cuando estuve lo suficientemente cerca de él, le hice creer que conduciría el balón a la derecha, en dirección a la portería, pero solo era un engaño. Al final me dirigí a la izquierda con un movimiento rápido. Corrí para dejarlo atrás y pateé el balón antes de que Tom, pudiera hacer algo para evitarlo. El portero, no saltó lo suficientemente alto para alcanzar el balón y entró a la portería.

Mi equipo se abalanzó sobre mí y me felicitaron, pero no les puse mucha atención, porque estaba disfrutando como Marco y Tom estaban peleándose y echándose la culpa por perder.

Sonreí, los había humillado en su propio juego.

Jordan dio por terminado el partido y aunque no era un juego oficial, ya me sentía como una ganadora.

—Estuviste genial hoy —me felicitó Jason de camino a casa.

—¿Sólo hoy? —le pregunté con una sonrisa divertida.

Me miró por el espejo retrovisor. —Sabes a lo que me refiero.

—Yo creo que lo hiciste regular —intervino Jordan, girándose sobre su asiento para mirarme—. Tal vez si pusieras más atención en el entrenamiento y menos en jugar con los chicos, lo harías mejor.

Me incliné sobre mi asiento. —Gracias por tu opinión, pero no la pedí.

Jordan puso su mano en mi frente y me empujó para atrás.

Reparando Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora