Alison Evans tiene el corazón roto después de que su ex novio la engañara. Ella se prometió a si misma que no se volvería a enamorar. Esa promesa se pondrá a prueba cuando haga una apuesta con el mejor jugador de fútbol de su nueva escuela.
¿Podrá...
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—Gracias por ayudarme con esto —dijo Madison mientras me sentaba junto a ella en las gradas del gimnasio.
Ese día Madison iba a elegir a mi reemplazo para las mermaids y yo le ayudaría a tomar la mejor decisión.
—Para eso están las amigas.
Madison asintió con una sonrisa. —Sabes, te extraño. Desde que dejaste las mermaids, no pasamos mucho tiempo juntas —suspiró—. Pero lo entiendo, tus nuevos compañeros de equipo son más geniales que yo.
—Vamos, realmente no crees eso.
Madison se encogió de hombros.
—No te compares con ellos, eres única a tu manera —le aseguré—. Ya sé que haremos, ¿qué te parece si tenemos una tarde de chicas después de terminar las audiciones?
—Gran idea, podemos ir de compras a la nueva tienda de Watercolor.
—Seguro —dije, aunque no sabía donde quedaba ese lugar. Lo que sí sabía era que el equipo rival del último partido era de Watercolor. Así que existía la posibilidad de encontrarme con Devon, pero no dejé que eso me impidiera pasar tiempo con Madison.
—¿Deberíamos empezar?
—Dame un momento —dije, poniendo mi pie derecho sobre el asiento de enfrente—. Listo.
Madison se puso de pie.
—Muy bien chicas vamos a empezar —dijo, dirigiéndose al grupo de cuatro chicas, que estaban calentando en la orilla de la cancha de baloncesto—. Hoy elegiremos a una nueva mermaid ¿tendrán lo necesario para formar parte del equipo? Hoy lo descubriremos —Madison hizo una pausa—. Lo primero que harán es aprenderse un baile, que Cara les va a enseñar.
Cara saludó a las chicas con una sonrisa, la cual se torció en una mueca cuando notó que la estaba observando. Ella probablemente me odiaba de nuevo y no podía culparla.
—Buena suerte a todas —agregó Madison.
El grupo de chicas se reunió alrededor de Cara y ella se dedicó a enseñarles los pasos del baile.
Aproveché la oportunidad para mandarle un mensaje a Jordan para avisarle que saldría con Madison y no me esperara para llevarme a casa. No esperé a que me respondiera, porque seguramente todavía no terminaba su entrenamiento.
Me distrajo entonces el sonido de la puerta del gimnasio. Mathew entró con prisa en ese momento.
—¿Qué hace Mathew aquí? —le pregunté a Madison.
—No lo sé —respondió—. No recuerdo haberle dicho que viniera.
Me puse de pie. —Yo lo averiguo. Tu encárgate de las animadoras.
Madison me dedicó una mirada de agradecimiento.
Me acerqué a él lentamente. Tenía una cara de estar totalmente perdido.