catorce: la pelea

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Las semanas siguientes fueron las más tranquilas que había tenido desde que llegué a Bayview

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Las semanas siguientes fueron las más tranquilas que había tenido desde que llegué a Bayview. A pesar de la amenaza constante de Bethany, finalmente había dejado de ser el centro de atención de la escuela. Pero que las cosas estuvieran tan tranquilas, me dio un mal presentimiento.

—Es como si fuera la calma antes de la tormenta —le conté a Madison durante el almuerzo.

—No pienses así. Disfruta que las cosas están bien.

Tenía razón, me estaba preocupando por nada.

—Hola chicas —nos saludó Mathew, sentándose en nuestra mesa.

—¿Qué quieres? —preguntó Madison, apuntándolo con su tenedor.

Mathew bajó la mano de Madison. —No te voy a pedir nada.

—No te creo, así que solo dilo.

—Halloween es este fin de semana y estaba pensando en hacer una fiesta de disfraces.

—Eso suena divertido —intervine.

Madison sacudió la cabeza. —No te emociones todavía, aquí es cuando nos pide que le ayudemos a organizar la fiesta y elegir un tema.

—Me conoces tan bien, hermanita —dijo Mathew con una sonrisa.

—Lo sé —dijo Madison, devolviéndole la sonrisa—, y por lo mismo, ya había planeado un tema. Los maravillosos años 20.

A Mathew y a mí nos encanto la idea. Madison se encargó de la planeación de la fiesta y Mathew y yo le ayudamos.

El día de la fiesta, me disfrace de gánster. Me vestí con una camisa blanca con una pañoleta roja,  una falda negra con tirantes y lo complementé con un sombrero, que papá había usado una sola vez. Madison trató de convencerme de vestirme de bailarina de Charleston como ella, pero los vestidos brillantes de lentejuelas y las medias de rejillas, no eran lo mío.

—¿Invitaste a Andrew a la fiesta? —le pregunté a Madison mientras ella terminaba de alistarse.

—Sí, pero estoy algo nerviosa, porque Mathew no sabe que salimos.

Fruncí la frente. —¿Por qué no se lo has dicho?

—Digamos que es muy sobreprotector. No le gusta que los chicos se me acerquen. Incluso les prohibió a todos los jugadores de fútbol que se acercaran a mí. Lo bueno es que a Andrew le gusta el baloncesto.

La actitud de Mathew me recordó a Conor, quien en algún momento también me había prohibido salir con ningún chico. Sin embargo, eso no me impidió conocer a Mason y, como él era amigo de Conor, él lo aceptó. Me preguntó qué habría pasado si no lo hubiera hecho, me habría ahorrado mucho sufrimiento.

«No, no es culpa de Conor», me recordé.

—Estoy lista —la voz de Madison cortó mis pensamientos.

Reparando Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora