treinta: la decisión

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Durante toda una semana, conseguí alejarme de Jordan

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Durante toda una semana, conseguí alejarme de Jordan. Fueron días en los que descansé de nuestras discusiones, pero también fueron días en los que extrañé todo de él, su voz, su sonrisa, su calidez.

El día que volví a los entrenamientos de fútbol, después de estar dos semanas ausente por mi lesión, anhelaba verlo de nuevo y poder hablar con él.

—Miren quien ha vuelto —me recibió Tom—, la princesa.

—No necesitas ser sarcástico, sé que no me quieres aquí —Suspiré—. Ni tu amigo tampoco —añadí cuando vi a Marco acercarse.

—No pienses de esa manera —dijo Marco, uniéndose a la conversación—. De hecho, ahora nos agradas.

Los miré con incredulidad. —¿Qué les hizo cambiar de opinión?

—Bueno, demostraste en el partido que sabes jugar y que no te importa romperte las uñas —replicó Marco con un tono de burlón.

—Lo que Marco quiere decir es que te juzgamos mal —me explicó Tom—, sólo te vimos como el reemplazo de Justin y no nos dimos la oportunidad de conocerte.

—Entonces, ¿qué dices? —continuó Marco—. ¿Empezamos de nuevo, princesa?

Sus palabras me hicieron sentir satisfecha, como si finalmente me hubiera ganado mi lugar en el equipo, aunque sabía que todavía me faltaba mucho camino por recorrer, pero por lo pronto esto era suficiente.

—Empecemos de nuevo —acepté con una sonrisa de oreja a oreja.

Tom me sonrió de forma amistosa. —Bienvenida al equipo.

Le devolví la sonrisa.

Entonces nos reunimos con nuestros otros compañeros de equipo para empezar a entrenar. Jordan no estaba presente y en su lugar, Jason dirigía el entrenamiento.

Sólo había una cosa que Jordan se tomaba en serio y eso era el fútbol. Algo malo debió ocurrirle para que se perdiera el entrenamiento, sin embargo, cuando le pregunté a Jason, él dijo que sólo estaba enfermo.

Esa era una razón justificable, pero dos días pasaron y Jordan siguió sin aparecer. Mi anhelo por verlo se convirtió en preocupación. Traté de llamarlo, pero no contestó, así que tuve que acudir a la única persona que podía saber algo de él.

—¿Qué le pasó a Jordan? —le pregunté a Jason después de terminar con el entrenamiento—. Y no me digas que está «enfermo».

—¿Qué más quieres que te diga? Sólo está enfermo —dijo a la defensiva.

—Siempre dices lo mismo, empiezo a creer que me estás mintiendo.

—No lo hago —me aseguró, pero no me estaba mirando.

—¿De qué está enfermo entonces?

—Él tiene gripe... Tiene problemas respiratorios y la gripe lo empeora todo.

Reparando Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora