Fui directamente a casa después de detención. Tenía una hora para estar lista para el partido. Me vestí con mi uniforme de animadora color azul de dos piezas: un top sin mangas y cuello redondo, con las letras La Bahía impresas en el frente, y en la parte inferior, una falda plisada a juego, con rayas blancas en el dobladillo.
Contemplé mi rostro en el espejo de mi habitación mientras me recogía el cabello en una coleta alta. Me veía diferente a los días anteriores. Nunca me arreglaba tanto para ir a la escuela, ni usaba faldas tan cortas.
«Hoy es un día especial», me recordé cuando salí de mi habitación.
Papá no estaba en casa, así que tuve que caminar de regreso a la escuela. Me reuní con el equipo en los vestidores. Bethany me recibió con una sonrisa amplia.
—¡Alison! Viniste —dijo con fingida emoción—. No pensé que lo harías.
—No te daría esa satisfacción —contesté, devolviéndole la sonrisa.
Bethany hizo una mueca. —Solo haznos un favor a todas y no lo estropees.
No esperó una respuesta. Se dio media vuelta y se unió al grupo de animadoras que estaban hablando cerca de los casilleros.
Se me hizo un nudo en el estómago y para cuando Madison dio un mensaje de motivación antes de salir al partido, era casi insoportable.
—¿Estás nerviosa? —me preguntó Madison de camino al campo de fútbol.
—No —mentí, pero no soné convincente.
—¿Segura?
Sacudí la cabeza. —En realidad, sí estoy nerviosa. Nunca había estado de este lado ¿sabes? Yo era la que jugaba, no la que animaba y no sé si lo haré bien. Además —hice una pausa— la falda es muy corta —añadí con una mueca.
—Lo harás muy bien —me aseguró—, y en cuanto a la falda, no te preocupes a los chicos les encanta.
—Eso es precisamente lo que me preocupa —dije, ensanchando los ojos dramáticamente.
Bethany nos interrumpió en ese momento; estaba agitada, como si hubiera corrido para alcanzarnos. Cuando habló, su voz sonaba alarmada: —Madison, tenemos problemas.
—¿Qué pasó? —le preguntó Madison.
—Es Gigi —explicó—, su novio terminó con ella por mensaje de texto y se puso histérica en los vestidores.
—No puedo creerlo, que cretino —Madison suspiró y me miró—. Tengo que ir a hablar con ella, ¿estarás bien para el partido?
Asentí. Madison me dedicó una mirada de agradecimiento. Entonces se marcharon y yo seguí mi camino.
Cuando llegué al campo, los jugadores del equipo de fútbol estaban terminando su calentamiento para antes del partido. Los observé un momento y luego desvié mi atención a las gradas, que estaban repletas de estudiantes impacientes por ver a su equipo jugar. Tragué saliva y me arrepentí de haber entrado al equipo de animadoras.
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Reparando Corazones Rotos
Novela JuvenilAlison Evans tiene el corazón roto después de que su ex novio la engañara. Ella se prometió a si misma que no se volvería a enamorar. Esa promesa se pondrá a prueba cuando haga una apuesta con el mejor jugador de fútbol de su nueva escuela. ¿Podrá...