Capitulo 29

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Narra Julian:

-¡Julian, limpia tu habitación, y por favor acomoda tu ropa por caridad de dios!- mi madre anda con un humor que no deja que nadie se le acerque, el motivo no sé, pero cuando descubra quien la hizo enojar, lo decapitaré, estaba desquitándose conmigo, hoy en la cena me pidió que limpiara mi habitación y eso hago ahora, tengo un montón de ropa sin colocar en mi sofá, desde uniformes limpios hasta ropa interior, empezaré por esto.

-veamos...tu primero- moví una chaqueta de mi uniforme, la acomodé en el gancho y la puse en mi armario junto con otra ropa, escuché sonido de metal caer contra el suelo, pero al mirar al suelo no vi nada, así comencé, hasta que terminé todo, ahora mi habitación se veía decente y mi madre ya no me regañaría.

-Julian, levántate, ya es tarde y tienes que tomar el autobús- dijo la voz de mi madre resonó en los rincones de mi cabeza recién despierta, froté mis ojos y me fui sentando poco a poquito.

-oh, mamá, por favor, ya limpié mi habitación, no he peleado con Yol, podé el césped, limpié la cocina ayer en la cena, incluso saqué buena nota en mis exámenes pasados, ¿no podrías levantarme el castigo?- puse la cara de angelito que siempre funcionaba con ella, pero su expresión seguía siendo la misma, seria y fría.

-no, tienes que aprender que las cosas no se te darán porque si solamente, te hemos consentido demasiado y te hemos mal educado muchísimo, vas a cumplir tu castigo, hasta el último día en el que se te sentenció, ahora levántate- y se fue, dejándome confundido e irritado, ¿Por qué mamá se portaba así conmigo de un día para otro?, si yo ni hice nada, creo que antes, mucho antes me comportaba peor que ahora, llegaba ebrio a casa casi todos los fines de semana, peleaba más con Yol y Mariel, choque el auto de papá unas cuantas veces, suspendí materias y tuve que asistir a cursos de verano, en teoría era el hijo que nadie quisiera tener, y ahora, ¿Qué soy entonces?, al parecer los padres nunca están satisfechos con nuestros logros, siempre quieren más.

-¿Dónde están mis zapatos?- dije buscando mi calzado por todo el suelo de la habitación, pero no estaban, y eso que ayer limpie, el único lugar que me quedaba era debajo de la cama, que pensándolo bien no limpie muy bien que digamos, había polvo y mil calcetines ahí debajo, pero me da pereza ponerme a recoger todo eso, además, si quiero llegar temprano a la escuela debo irme ya, tomé mis zapatos que efectivamente se encontraban ahí y me fui a la parada de autobuses.

Narra Oriana:

-¿así que tu y Marco?- dijo Paula lanzándome una pirada picara, ella y Eliseo iban a mi lado, Eli amablemente cargaba nuestras mochilas.

-¿Marco y yo qué?, solo es mi amigo, no molesten- justo cuando íbamos a entrar al aula de cocina, Julian "insoportable" Serrano apareció con su sonrisita auto suficiente.

-buenos días chicos, hola duendecito- Paula se metió al aula sin si quiera saludarlo, Eliseo le dio un apretón de manos y yo, bueno yo me sonrojé sin querer, demonios.

-no me llames así- ese apodo me traía buenos recuerdos, mi abuela también solía decirme duendecillo, pero, él ya no podía llamarme así, nunca, jamás, tendría el derecho de llamarme así otra vez.

-está bien...Ori- él entró al salón, pensé que esta vez me ayudaría o algo, pero hoy no me dolía tanto el pie y además, ¿Quién quiere la ayuda de Serrano?, porque yo no.

-hola Ori- ese que me saludaba no era otro que Marco, el cual estaba muy guapo con su uniforme.

-hola Marco- dije, entonces caminé como pude a mi silla, pero él cogió mi mochila y me ayudó a sentarme además.

-gracias- Paula y Eliseo ya estaban sentados, los saludé como siempre, pero había algo mal aquí, el asiento que se supone ERA de Julian y ahora ES de Marco, era ocupado por el estupido de Serrano, tenía su típica sonrisita de autosuficiencia.

"De un extremo a otro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora