Capitulo 38

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Narra Julian:

Ella llegó hasta donde yo estaba sentado y se sentó junto a mí, casi sin hacer ruido, el viento helado entró por mi chaqueta abierta, entonces me abracé un poco, el silencio del parque era a veces interrumpido por personas que pasaban frente a la banca, no quería verla aún, tenía muchas dudas, al parecer ella tampoco me miraba, ambos estábamos sentados, sin hablar, solo mirando al lago serpentine.

-tenía doce años...- dijo ella casi en un susurro, por primera vez había hablado, giré mi rostro hacia ella y la vi, estaba llorando, pero no sollozaba, solamente le caían lagrimas de los ojos, de pronto, a mi también se me aguaron los míos, se me estrujaba el corazón de solo verla de esa forma.

-¿Qué?- dije aturdido.

-mamá y Paul estaban en Brasil cuando fue mi cumpleaños número doce; mi padre estaba aquí en Londres y no pudo ir a los ángeles a verme, la pasé sola, literalmente, porque ni si quiera Carla o Jessica quisieron estar conmigo ese día, la única que me envió un regalo fue mi abuela; tres semanas después, fue el cumpleaños de Carla, mi madre y Paul le organizaron una gran fiesta en la playa, ella también cumplió doce, todo era fantástico, las decoraciones, la música, las niñas, que ya empezaban a tener cuerpo de mujer, todas en traje de baño, hermosas, libres, felices, perfectas, amadas... llegué a pensar que era todo lo contrario a todas-

Solo me limité a observarla, no quería interrumpirla, quería que me dijera el porqué de todo esto.

-mi mamá, parecía soñar con tener una hija igual de hermosa que Carla o Jessica; para ese día tan...especial, ella nos había comprado unos trajes de baño, yo me sentía bien, incluso aunque se hubieran olvidado prácticamente de mi cumpleaños, a pesar de todo me sentía insegura, porque mi cuerpo no era igual al de las otras niñas, mis hermanastras salieron a divertirse, pero yo me quedé adentro en casa, solo miraba a los demás divertirse, mi mamá me convenció de bajar a la playa, y juro que hubiera deseado no haberlo hecho...-

-Carla comenzó a llamarme con un montón de sobrenombres horribles, y los demás se reían de mí, me sentí tan mal, que corrí hasta mi habitación a encerrarme, cerré cortinas, y me miré al espejo, era gorda, y me odiaba por eso, sentía que los demás me odiaban por eso también, tomé una navaja de mi sacapuntas escolar, y me hice una P, juré que esa sería mi marca, que nunca nadie más me humillaría, que sería perfecta en todos los sentidos, que me vengaría...y me obsesioné, un día que llegué del gimnasio, justo en la puerta de mi casa me desmayé, me llevaron al hospital y el doctor les dijo que era anoréxica, Paul pagó un costoso centro de rehabilitación para mí, luego mi padre pensó que lo mejor era venir a vivir a Londres con él, y yo acepté porque no quería volver a la misma escuela donde seguramente todos hablarían de mí como siempre-

-¿Por qué no me lo dijiste?- le comenté algo dolido por su desconfianza, ella se levantó de la banca de golpe, y me miró con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

-porque creí que serías como todos los idiotas que me dejaron de hablar por ser lo que soy, creí que pensarías que estaba loca o trastornada, y no te culparía si lo pensaras, porque yo también a veces lo creo- dijo ella sollozando demasiado fuerte, como le habían hecho sufrir, sobre todo la tal Carla, y sus propios padres, ¿Cómo podían herir de esa forma a su hija?, ¿no se sentían culpables cada vez que la veían?, porque hasta yo me siento mal, quise abrazarla y así lo hice, le di un abrazo fuerte, esperando a que ella terminara de llorar.

-escucha bien esto, Ori, tú, eres mucho más de lo que piensas, y si no me crees, ven aquí- la tomé de la mano y la llevé a la orilla del lago serpentine, veíamos nuestros reflejos en el agua, yo me paré detrás de ella y la abracé por los hombros.

"De un extremo a otro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora