Chico... ¿No tan fuerte?

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Mi mente se nublaba con la imagen de cada herida de Billy. No podía parar de preguntarme una y mil veces qué las había causado mientras conducía por la encharcada calle.

¿Sería producto de peleas? Quiero decir, era Billy Hargrove, no sería tan sorprendente.

Pero eso no explicaba su extraña conducta de desaparecer sin más y aparecer rodeado de botellas y medio muerto.

Había sucedido dos veces más en las últimas dos semanas desde que lo encontré en esa pésima condición por primera vez.

Tres, con esta.

—Oye.—La voz de Max en el asiento del copiloto me hizo salir de mis pensamientos sobre su hermanastro. Le miré inquisitivo esperando una continuación.—Deberías quedarte a cenar.

Me sorprendió más de lo que esperaba su propuesta, ya que Max no era la clase de niña educada que daba un beso a los invitados, para variar, es por eso que mi instinto desconfiado no logró despojarse de las sospechas que rondaban mi cabeza.

—¿Y eso? Juraría que acción de gracias fue hace tres meses.—Conteste algo sarcástico. Mi respuesta no fue del agrado de Max, lo sé porque pude ver cómo rodaba sus ojos y suspiraba.

—Porque Billy es un capullo y será incapaz de devolverte las molestias nunca. ¿A caso no lo ves?

—No uses ese vocabulario.—Me estaba volviendo viejo. Max me miró incrédula. No la culpaba, yo también me hubiese mirado así a mí mismo si pudiese.

—¿Entonces te vas a quedar o no?

Miré al final de la calle pensativo. No creo que a Billy le fuese a gustar la idea de que me quedase a cenar. Aún teníamos algo de roce. Entonces me surgió una duda más.

—¿Y tus padres?

—Ellos suelen llegar muy tarde de trabajar, por eso Billy se tiene que ocupar siempre de mí. Y si no lo hace... Si él se enterara de que mi hermano no me ha recogido estos días le mataría.—El tono ligeramente abrumado de Max me hizo pensar que algo no iba bien.

—¿Quién es él? ¿Tu padre?

La pequeña cogió aire para responderme pero algo más importante se presentó. Billy hablaba con alguien en la puerta de su casa. Un hombre encapuchado, que al darse cuenta de nuestra presencia cogió unos billetes de la mano de Billy y se marchó.

El rubio nos miró sin mucho interés y volvió adentro, dejando la puerta abierta.

—¿Quién era ese?—Preguntó Max.

—No lo sé, ¿Tú le conoces?—Negó con la cabeza mientras observaba al hombre alejarse.

Salí del coche rápido para no calarme, y le abrí la puerta a max colocando una chaqueta sobre su cabeza para evitar que ella se mojara.

La acompañé hasta la puerta, y cuando estaba dispuesto a marcharme Max me agarró la camiseta.

—Quédate a cenar.—Sus ojos me lo rogaban, así que asentí y entré dentro.

Max se marchó a su habitación, probablemente a jugar con la consola, dejándome solo en el hall de la vivienda. Miré a mi alrededor, ya algo familiarizado con el lugar, y caminé hasta la habitación de Billy. No había nadie, estaría en el baño.

La estampa era prácticamente la misma.

Billy entró a la habitación y se sorprendió al verme.

—¿Sigues aquí?—Se acuclilló frente a su escritorio ignorándome y abrió un cajón para guardar una pequeña bolsita transparente con... ¿Polvos blancos en su interior? ¿Estás de coña?

 Chico Bonito | HarringroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora