Directamente proporcional

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16 días. Era la expulsión que se me había impuesto. Aunque estuvieron apunto de expulsarme permanentemente del centro.

Tom, ese hijo de puta, había salido airoso de la situación al decir que lo había hecho en defensa propia cuando yo y Steve le habíamos atacado en los vestuarios como venganza por la zancadilla. Y todo el mundo se lo creyó.

Steve estaba en enfermería, decidí pasarme.

Se quejaba cuando la enfermera le pasaba una gasa húmeda por las heridas. No pude evitar reírme, si se estaba quejando es que estaba bien.

—¡Ah! ¡Más cuidado!

—Ya sé que te duele, ¡pero si no dejas de moverte nunca acabaremos!

Me vio apoyado en el marco de la puerta y se levantó.

—¿Sabe qué? Creo que estoy recuperado.—Se puso en pie y marcó una mueca de dolor antes de dirigir su mano a la costilla.—Perfecto.

Comenzó a caminar hacia mí con dolor y risa a la vez.

—¿Estás bien, abuelo?—Le pregunté mientras avanzábamos hasta la salida. Los pasillos estaban vacíos ya que la hora de regresar a casa había acabado hace tiempo.

—Poco más y muero. Dios me duele todo.—Llevaba una camiseta de manga corta, que me permitió ver sus brazos llenos de hematomas. Si así estaban los brazos prefería no ver nada más. Era realmente idiota.—¿Te han castigado?

—Sí, 16 días de expulsión.—Sonreí, no me preocupaba.—A ti te han amonestado. Llamar a padres, bla, bla, bla...

Se paró en seco.

—¿Dieciséis días?—Su expresión era seria.—De ninguna manera, iré a decir que tú solo me defendiste.—Hizo el amago de dar media vuelta pero le sujeté la muñeca.

—No.—Tiré de él hasta llegar a nuestros coches.

—Billy, ahora en serio. Gracias. Si no hubieses aparecido no sé hasta dónde hubiese llegado Tom. Casi ahoga completamente a un niño pequeño cuando estábamos en sexto grado.

—Yo soy peor que Tom, no tienes de qué preocuparte.

—¿Qué os ha ocurrido? Creía que eráis amigos.

Me apoyé en el capo del coche y prendí mi cigarro. Miré al cielo pensativo.

—Bueno, digamos que no aparecí por mero azar en los vestuarios. Carol me avisó de algo anoche. Sabía desde hace tiempo que tramaba algo.

—Espera, espera, espera... ¿Qué hacías anoche con Carol?

Me reí. Bendita inocencia.

—¿Realmente quieres saberlo?—Negó.—Parecía santa.—Reí al recordar la noche. Tan solo me acosté con ella para no tener que regresar a casa. Si ella quería yo se lo daría.—Aparentemente Tommy la tiene pequeña.

Provoqué la risa en Steve que apretó su costilla de nuevo intentando no reír.

—¿Te duele mucho? Déjame ver.—Sujeté el cigarro entre mis labios y levanté parte de su camiseta sin previo aviso. Había un cardenal no pequeño exactamente, y unos cuantos más repartidos por la zona.

Apoyé mi mano en su costilla, haciendo que un quejido saliese de su boca. Sonó bien.

Cometí un acto estúpido, y no sé por qué lo hice: Acariciar.

Acariciar todo el costado de Harrington que miró hacia otro lado. Juraría que se... ¿estremeció?

Coloqué su camiseta donde estaba justo antes de que otro pensamiento me viniese a la cabeza:

—Max.—Se me había olvidado completamente. Probablemente se había vuelto patinando. Si mi padre se enteraba...—Mierda.—A eso le sumaba la expulsión. Me subí al coche listo para afrontar lo que me esperaba una vez llegara a casa.

—Creo que está justo ahí.—Señaló a mi hermana, montada sobre el patín como de costumbre, pero estaba con alguien más. Un chico de piel morena con el que discutía acaloradamente. Encendí otro cigarro para observar la escena. "Me tratas como basura". Es una de las cosas que escuché entre otras más.

Ese chico estaba molestando a mi hermanastra.

Solo yo molestaba a mi hermanastra.
Miré de reojo y me encontré con la mirada de Steve, esa cabecita intentaba descifrar lo que estaba pensando. Probablemente jamás lo lograría.

—Ese de ahí es Lucas. Amigo del hermano de Nancy. No es malo.

Le miré sorprendido pero sin demostrarlo.

—Ahora sí.—Sentencié mientras observaba a la enana acercarse patinando con el cuerpo decaído y triste.

—Steve, ¿Qué te ha pasado?—Preguntó alarmada. Pero yo no estaba para preguntas, no estaba de humor.

—Sube al coche.

Arranqué en cuanto la puerta del copiloto se cerró.

* * *

Perdonad por este pequeño inciso, pero quiero aclarar que el siguiente fragmento es sacado de la serie en sí. Comprendo que no es mío, así que solo lo he retocado ligeramente. Es de mis escenas preferidas y no la quería dejar fuera, porque me parece fundamental. Solo eso, disculpas de nuevo, espero que os esté gustando. Un saludo!

* * *

Los neumáticos friccionaban con el asfalto a todo lo que daban. La velocidad a la que iba el coche de Billy Hargrove solía ser directamente proporcional a su mal humor.

—¿Quién es ese chico con el que estabas hablando?—El rubio de California parecía muchas cosas menos contento, pero intentó mantener la calma para no asustar a Max, al menos no tan pronto.

—Nadie. Un chico de mi clase.—Alegó con tono decaído.

—¿Y por qué estaba hablando contigo?—A pesar de haber escuchado la conversación entera, Billy necesitaba oírlo de su boca.

—Un estúpido trabajo de clase.—Entre todas las cosas que a Billy le sacaban de sus casillas, una de ellas era que le mintiesen a la cara.

Aspiró aire rápidamente antes de soltar el humo del cigarro, intentando mantener la paciencia. Le estaba costando mucho. Cuando se trataba de Max, perder la paciencia siempre había sido su punto más débil y más pendiente de mejora.

—¿Entonces por qué estás enfadada?

El ritmo de la conversación cada vez era más acelerado.

—No estoy enfadada

—¿Te está dando problemas?

—¿¡Qué más te da!?

—Escucha Max, eres la mierda más insignificante que conozco, pero resulta que ahora somos familia. Y me guste más o me guste menos, tengo que cuidar de ti.—Por fin Billy se había deshecho de la raspa que tenía desde hace tanto tiempo en su interior. Probablemente desde que Max llegó a la familia.

—Oh, sí, mi heroe, ¿Qué haría yo sin-...?

—¡Eh!—Billy agarró la muñeca de max con agresividad quitando los ojos de la carretera un momento.—Soy mayor que tú, y si hay algo que haya aprendido es que hay ciertas personas de las que debes alejarte al máximo, y el tal Lucas es una de ellas. Así que si te está dando problemas, dímelo. Es una orden no una petición. Aléjate de él Max.

Billy soltó a Max a conciencia de que la había asustado. Por alguna razón era su manera de comportarse, y por más que intentara remediarlo siempre acababa asustándola, cosa que dejó un mal sentimiento en su cuerpo. Claramente no lo demostraría, pero por encima de todo, no pediría perdón jamás.

 Chico Bonito | HarringroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora