Chico Bonito | Harringrove

Por el verano.

Observó cómo el coche se alejaba, convirtiéndose en dos pequeños puntos rojos que se tragó el final de la calle. Sus oídos se habían convencido de que el sonido del motor lejano era lo más importante de todo, ignorando que Tom se le había acercado hasta quedar a su lado.

—¿Ya se va? Joder, le había invitado para quedar en tregua... Él se lo pierde.—Silencio.—¿Verdad, Billy?

Pero Billy estaba en otro sitio, digeriendo el "no" como respuesta, un no que solo había recibido por parte de su padre, unos pocos más, y ahora de él. Recordó por qué demonios se había acercado en la fiesta de Tina. Por qué se mostró amigable.

Por qué todo empezó cómo un juego pero ya no lo era tanto.

Sí, puede que al principio fuese un ligero canteo, quería algo nuevo, añoraba lo que era sentir sus órganos encoger como descendiendo por un río. Si supiese lo que aquello conllevaría...

Lo hubiese hecho una y otra vez.

—¿Billy?—Tom golpeó el hombro del rubio con impaciencia y preocupación, haciendo que trasformara su mueca de confusión en una espontánea y artificial sonrisa.

—Sí, me la suda.

—Oye, pero, ahora en serio. ¿Te gusta un tío? No tengo nada en contra en serio, es solo que no sé... No crees que es algo... ¿Raro? ¿Has oído hablar del sida?—Sus palabras se fueron haciendo pequeñas a medida que la mirada del chico de California le atravesó el alma.—Solo bromeo.

Regresaron al interior de la fiesta, como si aquella interrupción no significara nada.
Pero no lograba parar de pensar.

Sí que había influido de mala manera a Harrington aunque su intención fuese protegerle, había fracasado por completo en la misión.

Pensó que por mucho que lo intentase no podría cambiar el ritmo, él era así, sobrevivía a base de impulsos y acciones tontas que le harían avergonzarse en un futuro. El instituto había acabado, y eso, más que mejorar la situación la empeoraba. Ahora sí que estaba perdido. Había aprobado matemáticas y poco más, y con suerte, teniendo en cuenta que estuvo ausente por más de dos meses. Era oficial, no había ni una sola cosa que tuviese un pequeño efecto sobre él para levantarse por las mañanas. Ni una fuerza que le impidiese dormir fuera de casa todas las noches.

¿Su padre? No, esos golpes ya ni siquieran dolían, dejaron de hacerlo después de haberle susurrado a la muerte. Geez... No había funcionado nunca, ni una sola vez en todos esos años, ¿Por qué lo haría ahora?

Quizás, después de todo y al final del día, Steve estaba en lo cierto. Quizás él atrasaba el proceso de maduración de cualquiera en su entorno.

Una parte de él sabía que tendría que haber muerto en aquella bañera.

Pero la otra gritaba "que les den por culo a todos, Billy".

—Eh, ¿quieres algo con el vodka?—Tom le golpeó el hombro de nuevo, habían llegado a la barra de la fiesta y a penas se había enterado. Inclusive las luces de colores que nunca le habían afectado ahora le parecían demasiado brillantes, cegadoras, y la música demasiado ensordecedora. Pero eso no era algo malo. Si no podía ni ver ni oír no podía ser responsable de lo que hiciese, le gustaba cuando era así.

Le tocaba dar una respuesta, le tocaba decidir si regresaba a casa o no.

—No, échalo solo.—El moreno rió al son que le cedía un vaso con intenciones de brindar.

—Por el verano.—Sonrió.

—...Por el verano.