Overdose

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Said I couldn't love someone
'Cause I might break
If you're gonna die, not by mistake

(Dije que no podía amar a nadie porque me podría romper.
Si vas a morir no será por error.)

* * *

¿Por qué Billy le había tratado así? ¿Por qué? Se hacía la misma pregunta una y otra vez mientras conducía hasta su casa, no aguantaría ni un minuto más para saber qué le pasaba. Esperó un par de horas y ya está.

Él se veía tan vacío, era imposible que el comentario fuese lo único que le afecto, había algo más y Steve estaba dispuesto a descubrir lo que era. Bajó del coche con paso inestable, hacía mal tiempo, nubes y aire.

Por lo que tenía entendido a esa hora Max estaba en el instituto, y sus padres trabajando, es por eso que ni siquiera pensó en tocar, y abrío la puerta directamente.

—¿Billy? Soy yo, Steve.—El moreno cerró la puerta tras de sí, no escuchaba nada. Era un silencio sepulcral, de estos que te dejaban escuchar tus propios latidos. Realmente esperaba que estuviese allí, pero podría darse el caso de que estuviese en otra parte. Buscó en su habitación y en la cocina, pero nada. Y entonces el baño.

A primera vista normal, hasta que se fijó en las cápsulas tiradas por el suelo, en el polvo blanco, y lo más importante, en Billy.

Estaba dentro de la bañera con la ropa puesta, y el agua apagada. Sus uñas estaban azules, sus labios también lo estaban, y su piel era de un tono ahora blanco nuclear.

El corazón le iba a mil por hora, mientras repetía la palabra "no" en un tono casi imperceptible.

Le abalanzó de rodillas junto a la bañera, y tocó la piel de aquella persona, ahora ausente. Su piel estaba gélida, pero húmeda. Sudor, era sudor frío. Sin ser consciente empezó a llorar.

¿Estaba muerto?

Sentía que iba a vomitar, todo aquello era un sueño, todo aquello no podía estar sucediendo. Era completamente imposible. Era un sueño, era un sueño, era un sueño, era un sueño, era un...
Pudo percibir una pequeña convulsión, que le hizo buscar el pulso al instante. Estaba ahí y él estaba respirando. Estaba vivo.

—Billy, Billy soy Steve. Abre los ojos por favor. Por favor, ábrelos.—Había leído en una revista sobre medicina que en caso de inconsciencia había que colocar a las personas sobre su lado izquierdo, con las rodillas flexionadas y cabeza ligeramente hacia atrás. Eso hizo, antes de entrar en la bañera y abrazarle con todas sus fuerzas, intentando calentar su frío cuerpo, que ahora convulsionaba de vez en cuando.

Casi saltó de la impresión al notar su mano apretándole el brazo débilmente.

Sin pensarlo dos veces abrió el agua caliente de la ducha, tratando de despertarle.

Le abrazó y se aseguró de que respirara.

—Billy, Billy...—Repitió una y otra vez mientras le abrazaba.

No sabía que hacer, estaba en pánico. Intentó respirar pero había una poderosa fuerza que no le dejaba soltar al rubio, sentía que si lo soltaba le perdería para siempre. Pero tenía que calmarse, tenía que hacerlo por Billy, por su vida.

Comprobó que respiraba una vez más y salió de la bañera con la ropa chorreando. Pensó en las consecuencias de llamar a emergencias. Billy iría a un reformatorio, y cuando cumpliese 18 a la cárcel, por consumo de drogas. Pero las consecuencias de no llamar eran peores.

Así que agarró el teléfono de la entrada y marcó el teléfono de emergencias.

—"911, ¿cuál es su emergencia?"

 Chico Bonito | HarringroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora