Papá

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La noche se ceñía al bosque como guante de látex negro. Había aparcado el coche en medio de una arbolada para tomarme un descanso. En ocasiones sentía que todo era demasiado. ¿Quién lo iba a decir? "El chico de carácter fuerte" necesitando un descanso para respirar. Prendí un cigarro, tras otro... Agité la cajetilla de Marlboro para descubrir el sonido hueco del último cigarro impactando en las paredes. Bostecé mientras estiraba las piernas hasta el asiento del copiloto.

Me apetecía ver a Harrington.

¿Qué tontería acababa de pensar?

Era tarde, estaba cansado, tan solo había sido un pensamiento aleatorio. Podría haber pensando que me apetecía ver a mi antigua vecina de California.

Además Harrington-...

Me quejé sonoramente al ver que con tanto pensamiento había encendido el cigarro al revés. Lo tiré con desprecio al cenicero y arranqué.

La verdad es que no me hacía especial ilusión conducir por el bosque a esas horas.

La cosa es, que no quería llegar a casa.

Se me había hecho tarde, muy tarde. Abrí la puerta principal con cuidado. Era la una de la madrugada, en un día que apenas debería haber llegado a las ocho para ocuparme de la renacuaja.

Entré a mi habitación creyendo que me había librado, pero me equivoqué. La puerta se abrió detrás de mí y me giré para ver a mi furioso padre, que cerró la puerta de nuevo quedándose en la angosta habitación.

—¿Por qué cojones es la una de la madrugada y por qué cojones tu hermana se ha quedado sola todo el día?

—No lo sé, pregúntale a ella. Ya es mayorcita, ¿no crees?

La reacción que tuvo mi padre era de esperar se acercó más a mí para usar ese amenazante tono.

—Si te digo que te quedes con tu hermana, te quedas con tu hermana.

—No me gusta que me digas lo que tengo que hacer.—Lo que no me esperaba fue el puñetazo que recibí acto seguido. No hice ruido porque si alarmaba a mi madre sería mucho peor. Y Max... Max no conocía esa faceta de su padre... Aún. Era cuestión de tiempo que ella se hiciese más mayor y comenzara a tomarla con ella por tener un mal día.

Y no creo que yo fuese a permitir eso.

No es lo mismo que me pegue a mí. Yo podría defenderme si quisiera, en cambio Max, es solo una renacuaja.

La odio mucho, ya que es mi principal problema, pero eso no me gustaría.

Además... Si yo me fuese algún día, a mi padre sólo le quedaría ella o mi madre. En conclusión...

No me puedo marchar.

Toqué mi dolorido pómulo mientras mi padre me sostenía por el cuello de la camisa. Vi sangre en la yema de mis dedos. Normalmente no ascendía tan fácilmente, pero supongo que ese fue un muy, muy, mal día.

—Discúlpate hijo.

Me reí.

Comencé a notar su mano presionándome el cuello.

—Venga, hazlo.

Y siguió apretando hasta tal punto que apenas me llegaba el oxígeno.

—Lo... Siento.

Y me soltó.

Respiré como si llevase muerto años, y él tan solo se marchó sin decir nada más.

Apreté los nudillos y volví a tragarme esa rabia, que se acumulaba poco a poco, y que un día...

 Chico Bonito | HarringroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora