En el camino a casa, recordó algo extraño, que le habían dicho los secuaces de su padre hace ya un par de meses, que parecía más una advertencia que unas palabras de sabiduría.
Al instante las olvidó, pues estaba más concentrada en cruzar en la esquina correcta y no toparse con Cruella de nuevo, era en verdad molesta, mucho más cuando hablaba del peluche que colgaba de su cuello, era escalofriante.
Se adentró en el bosque, o mejor dicho, la cuota inicial de uno, y comenzó a mover los arbustos con detenimiento, hasta encontrar lo que quería.
Giró dos veces el picaporte y la puerta se abrió, Hayden entró y ambas desaparecieron.
La oscuridad la abrazó por un momento, hasta que quitó su capucha y su mechón alumbró el pasillo, mientras el mismo iba prendiendo las antorchas colgadas en la pared.
No estaba lejos, podía escuchar a los secuaces de su padre lloriquear, lo cual era malo, pues él también estaba en casa.
—¡Lo lamentamos, mi lujubrisima nefastad! —chilló Pena.
—¡No volverá a suceder! —lloriqueó Pánico.
—Obviamente que no sucederá nuevamente —susurró el dios de Inframundo— ¿Saben por qué? —sus secuaces negaron con la cabeza, asustadizos— Porque sino, se mueren, y ninguno quiere morir ¿O si?
Los soltó del cuello cayendo estos al suelo convirtiéndose en lagartijas gigantes, aun llorando.
El dios les ordenó que se fueran y lo dejaran en paz, ambos obedecieron y se esfumaron.
Hayden soltó una risita.
—Son una bola de inútiles —dijo apoyada en la pared.
—¿Me lo dices o me lo preguntas? —preguntó Haces sarcástico— ¿Te escapaste de nuevo? Qué decepcionante.
—Gracias —sonrió.
Hayden bajó las escaleras y se acercó a su padre quien extendió el puño para que ella lo chocara, al corresponder se dirigió a su habitación sin decir algo más.
Tiró sus cosas y cerró con seguro para luego lanzarse en su cama a tratar de recordar.
Su niñez.
¿Siempre había tenido su cabello así o simplemente era parte de la pubertad? ¿Nació sin poderes o con el tiempo los tendría?
No importa cuanto se esforzara en pensar, recordar, preguntar, nadie ni nada le decía algo acerca de ella, porque literalmente no sabía que había pasado de los 12 años para atrás, pero juraba ser muy diferente a quien es ahora.
Su padre lo sabía todo, incluso llegó a pensar que él tenía la culpa de ser quien ahora ella es, sin embargo, nunca encontraría la valentía suficiente para decirle o mencionarle algo acerca de ello.
Pero estaba segura de que su cabello era de mismo color que el su padre, y no solo un deprimente mechón azul.
Sentía que tenía poco tiempo para descubrirlo, pues se venía algo grande, algo que la haría dudar, no sabía exactamente qué, pero era lo que le habían dicho Pena y Pánico hace un tiempo.
Estaba más emocionada que asustada.
Se sentó cruzando los pies, apartó unos cuantos mechones de su rostro y exhaló desesperanzada, no estaba esperando que su vida dejara de ser aburrida, como había dicho la actual Reina de Auradon hace un tiempo, pero tampoco quería pensar que estaba destinada a estar ahí, sin hacer nada con su vida, pues su padre nunca le daría el puesto que ella creía tener.
Había sido olvidada, incluso por ella misma.
Volvió a acostarse, con un movimiento de muñeca levantando únicamente que su dedo índice bajó la intensidad de la luz en las antorchas, cerró los ojos, estaba exhausta de lo mismo todos los días.
Cayó rápidamente en un profundo sueño.
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Miradas del Inframundo [An Under Disney Descendants Story] "TERMINADA"
Fanfiction"Venid, venid hacia aquí, princesa, encontraras más de lo que esperas, sabrás más de lo que deseas y recibirás justo como lo anhelas, al principio no entenderás por qué todo da tantas vueltas pero una vez que lleves el compás, solo usted decidirá a...