33. Un Par de Recuerdos Más

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No había nada de similitud entre un lado y el otro, al cruzar esa puerta, era como estar en el auténtico cielo, comiendo pastelitos con Afrodita y Atenea, cantando un par de canciones con Apolo, rebotando en las nubes, incluso olía mucho mejor.

—Si Auradon no es como esto, entonces no quiero ir —pensó Hayden en voz alta.

Ambas empezaron a caminar, todo a su alrededor era mármol y piedras preciosas, podías ver tu reflejo en las paredes y en el suelo, a Hayden le recordaba mucho a la casa de las Musas, quizás estaba alucinando por el hambre que tenía y la sed que traía.

El dolor había regresado, ojalá la gema lo hubiese parado hasta llegar a Auradon y poder desaparecerlo completamente con la brasa de su padre, pero al parecer el sufrimiento interno que ahora tenía era mucho más grande que la magia de la gema.

Le parecía demasiado sospechoso que ya llevaran un par de minutos ahí y no hubiese pasado algo malo, Hayden tenía la de corazonada de que aquello era una especie prueba, como pasar al Olimpo.

Lo confirmó cuando Astrid volvió a desaparecer.

Al frente de ella apareció una estatua gigante de su tío Zeus que casi logró espantarla, luego recordó que en el cuento de Hércules, este había recurrido a su padre hablando con su estatua de piedra en el templo, pero lo que le pareció extraño a Hayden era por qué estaba su tío y no su Padre.

—Por los momentos, es mejor que te guie yo —saltó a decir la estatua como si hubiese leído su mente.

—Parece que todos hacen mejor ese trabajo que él —dijo Hayden rodando los ojos—. Con Mal no le resulta tan difícil.

Recordó que a cierta altura de la cueva escuchó a Hades cantar con su hermana mayor, diciéndole varias cosas, lo cual la hicieron sentir un poco desplazada.

Él nunca quiso hacer nuevos recuerdos con ella (más bien le quitó casi todos), tampoco dar un paseo por la ciudad (incluso sabiendo que ella odiaba pasear por la Isla).

Nunca se había esforzado, solo le dejó fragmentos rotos de infancia y muchas horas en lo más recóndito del Inframundo, ni siquiera tararearon algo juntos alguna vez.

Con Mal hizo todo un número musical.

Algo se escapó de ella, una pequeña lagrima que bajó hasta caer en su chaqueta, la limpió, luego cayó otra y otra, se encontró a si misma llorando y tuvo que darse la vuelta para que Zeus no la viera.

—Oh, tranquila, pequeña —consoló el dios del trueno—. No tiene nada de malo llorar.

—Claro que si —gimoteó—. Demuestra que soy débil y no lo soy, él dijo que lo era y le estoy demostrando lo contrario mientras canta con M-M-Mal y me i-i-i-ignora.

Los gimoteos se hicieron un poco más fuertes, incluso lograron hacerla tartamudear, estaba privada del llanto, tanto que tuvo que sentarse en el suelo.

Recordó todos esos buenos momentos que él había destruido, cuando Jay le regaló una lámpara robada del estante de Jafar en su cumpleaños, y Hades se la quedó solo para fastidiarla. Cuando hizo que Cruella encerrara a Carlos en ese horrible armario lleno de trampas diciendo mentiras acerca de él.

Todos esos buenos recuerdos habían venido a su cabeza de repente, sorprendiéndose pues, no sabía que existían, y todos habían sido arruinados por la misma persona.

Zeus-piedra la tomó de la chaqueta, la alzó y la colocó en su otra mano, esta se sentó ahí cabizbaja, pero se podía notar su nariz enrojecida y ojos hinchados.

—Esto demuestra que eres muy diferente a él —aseguró Zeus—. Lamento que todas esas cosas estén viniendo a tu cabeza de repente, pero es parte del proceso de dejarte pasar, créeme que no lo vi necesario pues cuando entraste al Olimpo pude ver todo eso que te hace especial.

Hayden se limpió las lágrimas, levantó el rostro, aun cuestionaba eso de "ser especial", no era algo que pudiese creer.

Antes de contestar, una puntada dio justo en el pecho, había sido más fuerte que las veces anteriores, le quedaba poco tiempo.

—Necesito llegar a Auradon ya mismo —dijo en un hilo de voz—. Aparte de arruinarme los recuerdos, me arruinó la vida, tanto que estoy desapareciendo.

Zeus puso los ojos como platos, acarició su cabello le sonrió tratando de mantener la calma, tocó su barbilla y susurró algo.

—Eso te ayudará a llegar y romper el hechizo que te han puesto —afirmó y la colocó en el suelo.

Había detenido el dolor de forma limitada, le daba tiempo suficiente para salir de las Catacumbas y buscar la brasa.

—Ahora si mi sobrina —sonrió de oreja a oreja— puede volver.

Un brillo cegador provocó que Hayden se cubriera los ojos y al segundo siguiente ya no había nada, solo oscuridad.


Despertó de golpe, se levantó rápidamente y se golpeó con la frente de Astrid (quien anteriormente le estaba gritando si estaba muerta), ambas soltaron un quejido luego la princesa saltó encima de la semidiosa abrazándola.

—¡Me pegaste tremendo susto! —Exclamó— Te desmayaste en el medio de la habitación y te he sacado de ahí a ver si funcionada, creo que fue así ¿Qué sucedió?

—Estamos muy cerca —dijo aun sintiendo lágrimas en su rostro pero no había nada—. Vamos.

Hayden le extendió la mano y esta la tomó, ahora hacían una carrera a ver quién llegaba primero.

Miradas del Inframundo [An Under Disney Descendants Story] "TERMINADA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora